¡Por fin!. El viernes conectaron el gas de la parroquia, tenemos nuestro contador y todo para que empiecen a cobrarnos. Eso no significa que ya pueda tener calefacción en el templo y ducharme con agua caliente, no. El gas llega pero ahora tienen que hacer la puesta en marcha de la caldera, que tardará unos cuantos días. Casi da más rabia saber que tienes el gas por el que llevas peleándote dos meses y que cuando llega no es inmediato, todas las calderas deberían ser “plug&play”, enchufar y listo. Pero ya está ahí el gas, será cuestión de días, semanas máximo. Cuando uno ve que se acerca una realidad buena y gozosa, cada paso es importantísimo.

“En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén”. Si el domingo pasado contemplábamos las tentaciones y la realidad del pecado que nos miente y nos hace creer que no somos hijos de Dios, hoy contemplamos la realidad: somos hijos en el hijo Jesucristo. Jesús les deja ver a los discípulos la realidad de su gloria para que sepan lo que están llamados a ser: “Somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.” Al igual que Abran se fía del Señor y sale de su tierra y de su casa paterna fiándose de la palabra de Dios, nosotros desterrados en este mundo, caminamos hacia nuestra meta que es Cristo. Podrá haber crisis, problemas, gente mala que nos amarga la existencia, el Papa se dobla bajo el peso de la Iglesia, por nuestras miserias y nuestras tibiezas…., pero es inexorable el triunfo de Cristo. Cuando vuelva Cristo ¿encontrará fe en esta tierra?. Pues si no tiramos la toalla, si no desconfiamos de Cristo y de su Iglesia “a pesar de los pesares”, si en medio de las dificultades somos capaces de decir: “Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mí corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio”. Ten la certeza, como yo la tengo que en breve tendremos calefacción en la parroquia y vosotros os enteraréis, que las aguas volverán a su cauce. “espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor” Puede parecer que la oración no cambia nada, que el ser buenos nos ha complicado la vida, que no hay muchas salidas…, no desesperes. ¿A quién vas a acudir? ¿Vas a convertirte en aquello que desprecias? ¡No! El Señor ha vencido al mundo, sus caminos no serán nuestros caminos, pero son caminos seguros que llevan a buen destino, a una meta de gloria.

Nuestra madre la Virgen vio a su Hijo en la cruz y se mantuvo firme, sabiendo que Dios no defrauda. Como ella caminemos en esta cuaresma pidiendo por toda la Iglesia, por cada una de nuestras vidas, por cada uno de los que leéis estos comentarios. Toda esa carga de oración no cae en saco roto, Dios no pierde ni un Padrenuestro rezado por los otros. Ayuno, limosna y oración, no será el camino más cómodo, pero es el camino seguro.