¡Qué bronca me echó ayer una señora por teléfono! Que si en las primeras comuniones del sábado pasado todo el mundo hablaba, que el sacerdote no mandaba callar, que había que haber parado la celebración varias veces. Que el coro cantaba mal y bajito, que el ensayo había sido una porquería, que…., un millón de cosas. No me dejaba decirle que también a mí me encantan las Misas recogidas, pero tristemente en las comuniones mucha gente no hace caso ni aunque mandes callar, luego yo me dedico a celebrar y no a regañar, a fin de cuentas el silencio es interior. Así hasta que dijo que la celebración había sido una porquería. Entonces la colgué pues mi caridad empieza a decrecer muy rápidamente cuando dicen que la Misa es una porquería, aunque se celebre en medio del barullo más absoluto, en las condiciones más adversas o tras las líneas enemigas. Y como me conozco y sé que cuando la caridad decrece, crece la lengua, era mejor colgar el teléfono. Pero ¿cómo puede suponer alguien que a los sacerdotes nos encanta estar en medio de la indiferencia más absoluta cuando estamos celebrando los misterios que dan sentido a nuestra vida? ¿Cómo van a pensar que buscamos el espectáculo cuando celebramos lo más sagrado y sólo Cristo tiene que lucirse? Creo que todos los sacerdotes lo pasamos fatal cuando celebramos bodas, bautizos o comuniones donde nadie hace caso a lo que se celebra y a Cristo en el altar, y nos unimos a el recorrido del Calvario donde Cristo es insultado, ignorado e insultado. ¿Pero pensar que el cura lo hace a propósito? Me parece de muy poco sentido cristiano.

“El que no está contra nosotros está a favor nuestro.” La división es la obra maestra del diablo. Dividió a Caín y Abel, dividió a José y sus hermanos, dividió al pueblo contra Moisés, a Saúl contra David,  a las tribus de Israel y a los que seguían a Jesús. Y sigue sembrando la división en el mundo y en la Iglesia. ¿Y cuándo se produce la división? No pensemos que el diablo es tan tonto de quedarse en los buenos contra los malos, los de izquierdas contra los de derechas, los integristas contra los aperturistas, los solidarios contra los espiritualistas…, no. El diablo es mucho más sutil. La división se crea cuando empieza la desconfianza en el otro: “esto lo hace para ofenderme”, “yo lo haría mejor”, “ya sé de qué va”…, pensamientos que hacen que ya no estemos con Cristo, sino con lo nuestro. Tristemente ahora estamos muchos (me incluyo pues me conozco), que muchas veces estamos contra Cristo defendiendo a Cristo…, y el demonio hace la ola.

“La sabiduría instruye a sus hijos, estimula a los que la comprenden. Los que la aman, aman la vida, los que la buscan alcanzan el favor del Señor” La sabiduría busca la unidad. Descubre en el otro las huellas de Dios en su vida, lima asperezas, corrige imperfecciones, pero no juzga. Por eso confesar da mucha sabiduría, pues buscas la huella de Dios entre los pecados del que tienes enfrente para que pueda aferrarse a Él y no soltarse jamás. Luego la misericordia de Dios hace el resto. Seamos grandes buscadores de la unidad, sembradores de caridad, “faltos de juicio” pues dejamos el juicio a Dios y, desde luego, nunca más papistas que el Papa, ni hijos del Concilio Vaticano IV, sino del día de hoy, donde el Espíritu Santo sigue actuando.

En este mes de mayo pongamos nuestra confianza en María, vínculo de unidad de tantos pueblos, culturas y razas en torno a Cristo, que ella nos ayude a nunca separarnos de Cristo ni separar el cuerpo de Cristo.