Santiago 2,14-24.26

Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6 

san Marcos 8, 34-9, 1

“¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta.” Es curioso que entre los cristianos también se ha caído en el activismo, a veces amparados por esta carta del Apóstol Santiago. La carta nos habla de que la fe no puede existir como un simple sentimiento espiritual, que no se refleja en la vida, pero no nos indica que cualquier actividad avala la fe. He conocido a muchas personas activísimas, pero sin fondo, sin calado. las he visto irse languideciendo, volviéndose críticas y ariscas, poco a poco “funcionarizándose” en su labor, hasta que ha perdido el sentido y han dejado las obras y la fe.

“¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil?” No podemos relegar a la sacristía y, como la otra cara de la moneda, me atrevería a decir: ¿Quieres enterarte, tonto, de que las obras sin fe son estériles?. “ Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mi y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.” tal vez de las palabras más duras del Evangelio. Cristo avergonzándose de aquellos que se han avergonzado de Él en la tierra. No quiero pensar en los políticos, comunicadores y personas de “relevancia social” que se avergüenzan de su cristianismo y ocultan su fe para que no les juzguen los medios. Ya les juzgará Dios. Hacen muchas acciones pero sin fe. Así se van aprobando leyes, se van admitiendo maneras y formas de actuar, se cambian los estilos de vida bajo el nombre de progresismo. Y tantos católicos que saben que aquello denigra la dignidad del hombre y de la mujer, se callan e incluso aplauden y, parece que jamás, darán marcha atrás. Muchas obras, muy poca fe.

“Hágase en mi según tu palabra” Esa postura de la Virgen María es la auténticamente cristiana: mis obras son las obras que Dios hace en mí, obras de fe, aunque “el mundo” no las entienda o no las comparta. Pidámosle a ella que nos enseñe a mostrar nuestra fe por la obras y que nuestras obras muestren nuestra fe.