Jeremías 26, 11-16. 24

Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34  

san Mateo 14, 1-12

“Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mi lo que mejor os parezca. , Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.” El pobre Jeremías funciona y eso casi le lleva a la muerte. Hubiera sido mucho más fácil haberse quedado echando la siesta, como Jonás, siempre en dirección contraria. El Señor necesita personas que funcionen. Es cierto que es un riesgo, cuando se empieza a servir al Señor se empieza a hacer realidad esa frase de San Pablo: “La caridad de Cristo nos urge.” Hay tanto que hacer que te faltarán horas a lo largo del día y llegas a casa cansado. Pero llegas dando gracias a Dios y pidiendo un sueño reparador. Si Dios tiene a bien llevarte con Él esta noche será como llegar por fin a casa a descansar y te irás feliz.

“En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: -«Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él.»” El que no funciona, el que deja todo para mañana o busca su voluntad antes que la de Dios vive en un continuo miedo. Lo podrá disimular con fiestas, juergas o presumir de “progresista,” pero también tiene que llegar a casa, y también llega cansado, cansado de sí mismo, cansado de los demás y harto de Dios. No piensa en qué vida le presentará a Dios cuando se presente ante Él, piensa cómo engañarle o negociar su entrada en el paraíso. Se pasará la vida haciendo todo lo posible y hasta lo imposible (Herodes mató a Juan Bautista), para justificarse. Vista desde fuera puede parecer una vida muy divertida, pero vista desde dentro es una vida muy triste.

Nuestra Madre la Virgen nos “pone las pilas” para funcionar, por muchas dificultades que nos encontremos. Vale la pena.