No sé si se me ha fundido la trócola del ordenador o necesita un cambio de bielas. El lunes cuando escribía el comentario al programa Word le dio por ser creativo y de vez en cuando escribía en dos renglones aleatorios al azar. Con un poco de paciencia pude ver el comentario terminado: copiar, pegar en la página de la Diócesis y publicar. Al día siguiente me avisaron que las palabras del último párrafo estaban mezcladas y era ilegible. Abrí el documento en Word y el último párrafo se leía perfectamente, lo seleccioné, lo copié, lo pegué en la página del Obispado y volvía a salir un texto ilegible. Lo que yo leía perfectamente en mi pantalla y lo que escondían los ceros y los unos del programa no tenían nada que ver. Solución, volver a escribirlo directamente en el post y arreglado. Pido disculpas. Ya os decía en un comentario que los niños de primera Comunión de mi parroquia no tenían ni idea de lo que era una vid ni un sarmiento. Yo quería predicar de una cosa que me parecía clara, pero los ceros y los unos de la cabeza de los niños –convenientemente filtrada por la Play Station-, no entendían nada. Así que cambié y les dije que el sarmiento es como un iPhone y la vid como el cargador. Un teléfono sin batería es un carísimo pisapapeles, pero poco más (y el que tiene iPhone sabe que jamás debe estar a menos de 10 metros del cargador). Así si nosotros no estamos “cargándonos” de Cristo acabamos sin poder hacer nada.

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”. Podemos intentar que la palabra “nada” se convierta en otra cosa, pero sería engañarnos. Nada es nada. No es un poquito, ni algo, ni mucho. Nada es nada. Fijémonos bien y a ver si nos lo tomamos en serio. Cuando Dios Padre fije su mirada sobre ti en el día del juicio sólo reconocerá lo que de ti sea de Cristo, el resto no es nada. Podrá parecer un montón de buenas obras o de buenas palabras, pero detrás de esos ceros y unos habrá una vida ilegible si no se fundamenta en Cristo. Sólo hay que mirar la vida de los santos para darse cuenta que acciones, caridad y unión con Cristo están estrechamente vinculadas. Si vivimos una caridad sin Cristo se convertirá nuestra vida en una estupenda ONG, haremos muchas cosas pero con poco o ningún fundamento. Tantas y tantas iniciativas de caridad se han ido al traste por comenzar con disputas en su interior pues no había un fundamento real detrás. Y nuestra espiritualidad se puede corromper (y la corrupción de lo mejor es lo peor, como tristemente vemos tan de cerca ahora), si no se convierte en vida de caridad y el amor a Dios se traduce en auténtico amos por los hermanos, especialmente por los más pobres y necesitados. El Papa nos está animando a repasar y vivir las Obras de Misericordia espirituales y corporales para vivir el jubileo de la misericordia. Son la forma efectiva de que nuestra vida no quede en nada.

Voy a copiar y pegar el texto y que sea lo que Dios quiera…, pero si hay algún problema en entenderlo pide a nuestra Madre la Virgen que coloque cada cero y cada uno de tu vida en su sitio y ganarás en altura, anchura, profundidad…, “Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará”.