Formas de EscrituraPonte siempre detrás de los demás, habla poco de ti, se oye sólo a los árboles cuando los agita el viento. Ten confianza en que el futuro no te pertenece, está en manos de quien te conoce. Come despacio, bendice la mesa como si no hubiera una oración más importante. Inclínate ante los enfermos como te arrodillas ante el sagrario. No te rías con la falsedad de quien busca quedar bien, ríete y canta porque tu vida es agradecida. No aproveches el tiempo, aprovecha a la gente, no escatimes la generosidad que Dios puso en tu alma. Déjate hipnotizar por las iglesias abiertas. Nunca empieces a rezar hablando de ti mismo, visualiza al círculo de tiza en el que se incluyen aquellos que amas, tu familia, tus amigos.

Reza con el cuerpo, no dejes que sólo el alma esté atenta, no permitas que el alma flote, átala al silencio de cada miembro de tu cuerpo. No sólo advierte que Dios te mira, se consciente de que tú le miras y Él se siente alcanzado con el dardo de tu atención. No te escandalices de la manera de hablar de los demás, no sabes la profundidad de nadie, sólo conoces cómo verbalizan pobremente quiénes son. Estate mucho con María, porque nadie guardó tanto silencio elocuente en su corazón. Sé siempre complaciente con lo que los demás te ofrecen.

Separa la provisionalidad de las cosas que duran, porque hay árboles de hoja perenne, búscalos. No lleves una vida entretenida. Aprende a estar con los tuyos sin necesidad de palabras, que tu manera de mirar diga cuánto amas. Antes de entrar por la puerta de tu casa ponte en presencia de Dios y piensa que tus hijos necesitan tu corazón como referente, no obligues a tu gente a pagar tus desahogos y disgustos. Escribe en un cuaderno esa frase que no se te va de la cabeza y quizá el Señor quiera que la recuerdes. No dejes la jornada sin leer algunos versos, el Señor hablaba siempre con la sutileza de los maestros de la belleza. No sólo dejes hablar con holgura a los demás, escucha atentamente cuanto dicen. Usa el móvil para proporcionar una alegría. Nadie es tu enemigo.

Que la televisión no sea una discontinuidad entre tú y tu familia, entre tú y tu Señor. Aprende a rezar de forma extravagante, cuando aspires piensa que recibes la gracia de Dios, cuando espires dile «me abandono en ti». Antes de dormir haz la señal de la cruz y regala al Señor tu sueño.