El salmo de hoy refleja con tino la desproporción entre Dios y el hombre. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? El hombre siempre piensa en pagarlo todo para sentirse con la conciencia tranquila, da la impresión de que en el monedero se esconde el elixir de la felicidad. Menuda apoyatura, el dinero, tan efímera. Cuando te hacen un servicio gratuito ya estás pensando en conceder una gratificación. Te regalan el libro que un día dejaste escapar durante una conversación desinhibida con amigos, y ya te ves en la tesitura de tener que recompensar a quien te lo regaló con medida similar.

DINEROLa gratuidad absoluta tiene más belleza que todas las transacciones de compensación. Dios hizo el mundo y vio que era bueno por su gratuidad y belleza, se fija en cada pájaro y anda entusiasmado, no le vemos pero es así, se cuela en la familia que ríe los chistes del abuelo y disfruta. Dios quiere un lienzo para ponerse a pintar, y pretende regalárselo al hombre, porque le apetece, así de simple.

Siempre he pensado en la maravilla que supone para un padre ver de lejos a su hijo manteniendo su caña y mirando a ver si pican, hay en ese trazo visual un orgullo de filiación que debe parecerse mucho al que Dios siente por nosotros. Si estás pensando en echar mano al bolsillo para devolver favores, te será difícil cuidar a tu padre cuando recaiga en sus neumonías y te lo tengas que llevar semana sí semana no al hospital. Harás las cosas con la ruindad de la medida, le acompañarás de tal hora a tal hora, ni un minuto más; te quedarás leyendo un libro, pero no serás capaz de estar con él por el mero hecho de gustar de su presencia, por mucho que se te ponga a toser en mitad de la conversación. Recibir un regalo provoca en el corazón una alteración inusitada. Quizá sea de las experiencias más importantes del hombre para intuir la presencia de Dios en lo ordinario. Quieto, disfruta de lo que se te da, no pienses en una respuesta. Trabaja la humildad absoluta de la aceptación, si no caes rendido ante la aceptación, tu ego empezará a inflarse como un palomo, necesitará arrogarse ganancias y empezará a mover sus estrategias de devolución. Pero así no se descubre a Dios.

La Virgen canta las maravillas que Dios hizo en Ella y ni por un momento pasó por su cabeza dedicar su vida a compensar tanta gracia. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? De ninguna de las maneras, que te quede claro. Dios quiere verte entusiasmado con cosas que no te caben en las manos.