En esta tercera semana de Cuaresma se nos propone un Evangelio, que incluso ha llegado a ser un dicho popular: «Nadie es profeta en su tierra». Además de esta experiencia dura de Jesús en su propia tierra, me parece muy interesante ver como el Papa Francisco  comentando éste Evangelio se detienen la humildad.
Las personas que Jesús tenía delante estaban muy seguras en su «fe» entre comillas, muy seguras en su observancia de los mandamientos, tanto es así, que no necesitaban otra salvación.

Los leprosos y las viudas en ese tiempo eran marginados. El Papa Francisco llega a decir: «Mira, si tú no te sientes en zona marginal, no tendrás salvación.» Con esto se nos recuerda que sólo Dios nos salva y no la observancia de los preceptos ni nuestras buenas obras, aunque éstas sea necesarias realizarlas.

Esta perspectiva nos quita el miedo de tener que dar una talla o imagen ideal ante Dios. Al igual que Dios se fija en personas como la viuda de Sarepta o Naamán el Sirio, también se fija en tantos refugiados que vienen a España huyendo de la guerra en sus países y también se fija en aquello dentro de nosotros mismos que quisiéramos marginar  porque no lo controlamos, porque incluso nos parece  una amenaza o un impedimento.

A nivel personal pensamos muchas veces, que si Dios y los demás conocieran esa parte de nosotros mismos nos rechazarían. Jesús se fija en lo pequeño, en el lo marginado y lo ama. Amando nuestras debilidades, incongruencias, contradicciones y errores nos lleva a reconocerlas, aceptarlas y de esta forma nos salva. Hace unas semanas me contaba una mujer casada que se daba cuenta de que había callado muchas cosas frente a su marido, cuando ella veía que éste, se metía en situaciones, que implicaban un nivel cada vez más alto de corrupción y de ilegalidad. Ella reconoció su omisión al querer protegerle. En el momento que lo reconoció y lo llamó por su nombre, sentí que la salvación se estaba haciendo presente en ella y en su familia.

De esto nos enseña mucho María, la madre de Jesús: Dios no se fijó en la bondad, la virginidad, la dulzura y en las muchas virtudes , sino que se fijó en la humillación y en la pequeñez de su esclava.