El Evangelio de hoy puede parecer que contradice la reflexión que hemos hecho el día anterior de que la salvación no viene por el cumplimiento de los preceptos: “El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino.” Pero si nos fijamos bien no dice que el que no cumpla los preceptos menos importantes estará fuera del reino de los cielos. La importancia o la grandeza de una persona según las categorías del Reino de Dios, parece estar unida a la coherencia entre lo que vive y lo que enseña. Como todos sabemos hay muchas otras categorías: en muchas empresas es grande quien mejor se vende, quien más clientes gana, etc. En otros ambientes es grande quien más sabe o quien mejor aspecto tiene.

El Evangelio nos muestra otras categorías: es grande quien vive en un solo plano, cuyas palabras y vida van en sintonía. Esto es algo que de una forma u otra percibimos todos. Cuando enseño algo a mis hijos que yo mismo no vivo, yo mimo noto que mis palabras no tienen peso y que me siento muy pequeño a la hora de estar frente a ellos.

¿Qué personas son o han sido grandes para nosotros? Tomás Moro es alguien que siempre he admirado por ser capaz de mantenerse incorrompible frente a una persona de tal fama y poder como Enrique VIII con quien además le unía una entrañable amistad. No se dejó comprar por nadie y por defender la verdad acabó perdiendo su vida.

A un nivel más cercano creo que mi madre es alguien grande para mí, porque esas clases de catequesis que nos dio a mi hermano y a mí, porque no había suficientes catequistas, estaban cargadas de Vida de su vida. Yo la ví perdonar los insultos de una vecina por unas simples goteras, dar la cara en colegio por algunos alumnos que todos daban por perdidos y darle la vuelta perdonando, incluso a veces con humor, a tantas situaciones que podrían haber causado la separación de mis padres. Todo esto hacía que sus palabras se me quedaran grabadas hasta el día de hoy.

Este Evangelio nos puede impulsar a seguir caminando con cada vez más fuerza hacia ser personas íntegras; a que cada vez se acorte un poquito más la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos.