Nadie duda que estudiar es bueno y adquirir conocimientos una maravilla. Anteayer hablaba con un sacerdote de esto y de una variante negativa: La soberbia intelectual. el soberbio intelectual es el que se cree que lo sabe todo (el pedante cree que lo sabe todo sobre todo, el soberbio que es el que más sabe de un tema concreto). saber mucho de algo no suele agotar el conocimiento de ese algo e incluso el que más sabe se plantea más preguntas que los que no sabemos nada. Pero el soberbio se cree que nadie le puede iluminar o aclarar nada sobre el tema que domina, despreciando a los que se atreven a plantearle alguna luz al respecto.

“Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: – «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: – «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: – «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos»”. ¡Cómo nos gusta meter a Dios en nuestras categorías mentales y reducirlo a  ellas! El Amor de Dios lo convertimos en sensiblería, la Misericordia divina en afectividad, los mandamientos en sugerencias de vida y la persona de Jesucristo en una simple caricatura. Así el cielo lo pintamos de color de rosa ¡cielo para todos y todas! y el infierno lo borramos de nuestras homilías (o lo vaciamos), por el purgatorio pasamos de puntillas y el pecado se convierte en un bajón de autoestima en vez de una ofensa a Dios. Estudia, te dicen, no seas anticuado. Pero las lecturas de estos días nos recuerdan que se condena a Cristo por “hacerse igual a Dios” y por lo tanto encarnarse para salvarnos del pecado, no de nuestras frustraciones.

Para comprender a Dios es necesario –como Jeremías-, dejarse instruir por Él. Ciertamente, cada cual según su tiempo y capacidad, es necesario el estudio, pero si no va acompañado de la oración, del trato frecuente, diario, constante, con el Señor surgirá la semilla de la soberbia y, en lugar de Jesús, seremos nosotros los que nos haremos iguales a Dios. Muchos teólogos han hecho santos pero, ¡Cuántos “teólogos” han hecho y hacen tanto daño!

Nicodemo se atreve a decir algo y es despreciado, también le mandan a estudiar. Seguramente esa humillación le daría valor para estar luego junto al cuerpo crucificado de Cristo. Los que se callan, los que miran para otro lado, los que se encierran en sus palacios de invierno sin defender al que es la Verdad huirán ante la cruz. No es que sean malos, pero se escandalizan fácilmente de los misterios de Dios.

Hoy sábado pidámosle a la Virgen dejarnos instruir por Dios. Poner nuestro conocimiento y nuestras capacidades al servicio de Cristo y de la Iglesia. Y si eso nos hace ganarnos alguna humillación pues ¡Bendito sea Dios! Nos dará menos reparo acercarnos a la cruz.