He pasado muchos horas de mi vida en celdas…, y sin haber defraudado nada. Visitaba presos (ahora he cambiado a visitar ancianos, que no están encerrados en una celda sino en sus años), y  el estar metido en una habitación con las puertas cerradas, un guarda de seguridad que mira por un ventanuco o el tener que pedir -golpeando la puerta-, que te abran que ya has terminado por hoy, al principio te agobia, aunque te acostumbras en poco tiempo. Yo me acostumbraba en poco tiempo pues podía salir, los chavales no llegaban a acostumbrarse. Han sido muchas horas hablando de la libertad interior a pesar de la libertad de movimientos. También sé que los guardas son profesionales y les gusta hacer bien su trabajo, y cuando hay una tarde de agobios, traslados o cosas extraordinarias se ponen nerviosos. Por ello me imagino bien a los guardias que fueron a buscar a los apóstoles a su celda y tuvieron que explicar:

«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». La Pascua es un tiempo precioso para gozar de la libertad. Me acuerdo de un chaval al que invité a comer al salir del centro de reclusión -pues no tenía familia-, y la cara de alegría que puso al notar que los cubiertos para comer pesaban, pues llevaba años comiendo con tenedores de plástico. Era la confirmación de que estaba fuera de su celda.

“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. Vivimos en un mundo que juzga y condena. Muchas veces nos meten en la prisión del consumo, del aparentar, del ser prácticos, de ahorrar o de cualquier cosa que se te ocurra. A otros los meten en la prisión de la indiferencia, del olvido, de la marginación, del desprecio. Y uno puede pensar que tiene que hacer su vida en esa prisión, que Dios no le puede pedir nada pues está encerrado. Pero, aunque las puertas permanezcan cerradas y los guardas en su sitio el ángel del Señor nos dice: «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida». Sólo se sale de la prisión cuando uno se acerca a la luz y está dispuesto a alumbrar al mundo con la luz de Cristo. Hay personas especialistas en ir de Guatemala a Guatepeor, de una celda a otra, donde se van desesperando. Sin embargo los que creemos salimos de la prisión para anunciar la vida nueva del resucitado. ¿Crees que es imposible vivir de otra manera a la que el mundo te ofrece? Mucha gente lo cree así, se justifica con eso de “es que en los tiempos en que vivimos…”. Sal un momento de tu prisión y mira si puedes cambiar de vida. ¿De verdad hay que tener tantas cosas superfluas? ¿De verdad crees que se tiene que vivir la fe a escondidas, como si fuese algo vergonzante? ¿De verdad crees que si hablas de Jesucristo, o de la confesión, o de amos a la Iglesia a ese compañero de trabajo te va a negar el saludo para siempre? ¿Sinceramente piensas que el mundo lo tienen que arreglar los poderosos? ¿Piensas que decir que estás enamoradísimo de tu esposa o esposo y quieres ser siempre fiel te tachará de anticuado? ¿Crees que decir que hay actuaciones realmente malas es ser un intransigente? …., si es así sigues encerrado en tu prisión, todavía tus obras “no están hechas según Dios” y seguirás siendo un pobre presidiario.

¡Libérate! Sal al mundo e ilumínalo. Si se dictan leyes injustas para la conciencia no te importe que te lleven –de verdad-, a la cárcel, serás más libre que tus captores.

Goza de la libertad en Pascua, Cristo resucitado nos libra de los miedos, quien nos vea tiene que descubrirle a Él. Mira a María, habla con ella, pon en su regazo aquello que te paraliza y comienza caminar hacia la verdadera libertad.

Posdata: La operación del sacerdote que le tocaba escribir estos comentarios ha ido muy bien, ahora unos días de rehabilitación y a funcionar. Le he dicho que para recuperar el juego del hombro lo mejor es meterse al confesionario y hartarse de dar absoluciones, pero no le he convencido y parece que tendrá que ser dentro de unos días. Os agradece vuestras oraciones