¡Qué importantes son las puertas! ¡Cuánto se nos dice a través de las puertas!

No es lo mismo una puerta abierta que una cerrada. No significa lo mismo abrir la puerta que “dar con la puerta en las narices”… Por un lado las puertas indican seguridad, pero por otro confianza. Por una parte nos hablan de salvaguarda de la intimidad y por otro de apertura y seguridad. ¡Qué importantes son las puertas!

Pero sobretodo una puerta sirve para poner en contacto dos realidades. Por medio de la puerta salimos de un sitio y entramos en otro. Eso si la puerta está abierta ¡claro está! La puerta es una vía de acceso.

Pues bien, Jesús nos dice que El es la puerta. Si queremos entrar en la intimidad de Dios tenemos que entrar por El. El es la vía de acceso al Padre. Por medio de Él entramos en la Vida en mayúsculas. No podemos prescindir de Jesús para comprender a Dios. Nos lo decía de una manera sintética el papa Benedicto XVI en su libro de Jesús de Nazaret: ¿Qué ha traído Jesús realmente, si no ha traído la paz al mundo, el bienestar para todos, un mundo mejor? ¿Qué ha traído? La respuesta es muy sencilla: a Dios. Ha traído a Dios. Aquel Dios cuyo rostro se había ido revelando primero poco a poco, desde Abraham hasta la literatura sapiencial, pasando por Moisés y los profetas; el Dios que sólo había mostrado su rostro en Israel y que, si bien entre muchas sombras, había sido honrado en el mundo de los pueblos…

¡Qué contrate con los fariseos! Jesús mismo les dice: vosotros no habéis entrado y a los que intentan entrar se lo habéis impedido. Aparentemente quieren entrar en la intimidad de Dios pero sin pasar por la puerta, sin creer en Jesús. Y eso es lo mismo que no querer.

¡Hay que entrar por Jesús! Santa Teresa de Jesús lo tenía muy claro y en su libro de la vida les decía a sus monjas: Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir; es ayuda y da esfuerzo, nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quisiera sea por manos de esta humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita. Muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos se nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. (Cap22,6)

Pidamos a la Virgen que no nos pase como los fariseos que no sólo no entraban sino que no dejaban entrar, sino que cuidando la amistad con Jesús podamos entrar en e Misterio de Dios y descubrir así su inmenso amor por nosotros.