“Pero tened valor: yo he vencido al mundo.”

Realmente es providencial esta palabra que pone el broche al evangelio de hoy proclamado en todo el mundo. Es una palabra para guardar y vivir. Jesús está en el contexto de la despedida a sus apóstoles. Es el momento de la confidencialidad de las últimas horas juntos antes de la pasión y el Señor les quiere dejar todo lo que lleva en el corazón. Como un buen padre, quiere que sus hijos sufran lo menos posible en la vida, pero para que no caigan en desesperación Jesús les avisa de lo que va a suceder: el rechazo de los amigos, la persecución incluso entre sus coetáneos, la soledad y la acusación de que estarán dando la espalda a sus tradiciones, incluso a Dios… Por eso Jesús les advierte y les conforta prometiendoles la fuerza del Espíritu Santo que les iluminará y les fortalecerá.

“Pero tened valor: yo he vencido al mundo.”

Antes de que se dispersen, ya les afirma su ser Hijo de Dios ya que podrán dirigir sus peticiones al Padre en su nombre. Y eso sólo es posible si él es Dios. Esta afirmación les ha sabido a la declaración más definitiva de su divinidad. Por eso le dicen: “… ahora sí creemos que saliste de Dios”. Pero estar con la certeza de haber conocido a Dios en persona, no les va a librar de la tentación, el pecado, incluso la traición a su amor… Por mucha fe que pongamos en Cristo, nadie está exento de fallarle. Jesús ya lo sabía y así se lo dijo a sus apóstoles y hoy a nosotros.

“Pero tened valor: yo he vencido al mundo.”

¿Sabes cuántas veces se dice en la Biblia la expresión “no temas”? Pues un estudioso de la Escritura las ha contabilizado. Son ni más ni menos que 365… ¡Vaya casualidad! Quizás porque Dios sabe que lo necesitamos oír todos los días.

El miedo es una sombra que cubre nuestra cultura y nuestro modo de vivir. Su esencia es la impotencia ante lo que puede sobrevenir y el bloqueo ante la pérdida o el sufrimiento. El miedo se anticipa al presente y te dice: “te voy a hundir, no lo soportarás, tú no puedes con ello, te lo voy a quitar todo, te dolerá…” Pero Jesús te dice: sí, tendrás que luchar, pero en el combate vas a tener la potencia de mi gracia. ¿No te ha ocurrido que cuando has vivido algo terrible, sin embargo, con una energía que no tenías has salido adelante? Con ello todo se vence. Mantén la mente firme y el corazón ardiente, mira de nuevo a tu alrededor “a quién” y “cómo” puedes volver a amar aún con todo tu cansancio y tu pena, fíjate en quien está más débil que tú, no devuelvas el mal (piensa en Jesús en la cruz con el buen ladrón) y vencerás. Porque así Él ha vencido al mundo.