ajedrezLa hipérbole es una figura literaria que subraya la cuestión tratada con evidente exageración. Ejemplo, cuando un autor escribe que los chillidos del niño en brazos de su madre provocaron un corrimiento de tierra de siete grados en la escala Richter, todos sabemos que no es cierto, que el bebé grita como un energúmeno y resulta intolerable, pero la hipérbole es un plus que justifica ese tipo de licencias con las que se enriquece el sentido. A veces, puede dar la sensación de que el Señor habla en una perpetua hipérbole.

El evangelio de hoy parece una prueba irrefutable, «amad a vuestros enemigos». «Amad», has leído bien. A ver, por principio, al enemigo confrontación o puente de plata, pero ¿amor?, ¿es que el Señor estaba exagerando?, ¿pedía un imposible y que nos contentáramos con acercarnos un poquito? Me decía hace pocos días una mujer, que no podía tolerar los desplantes permanentes de su nuera, por provocadora y muchas más cosas. Cada vez que iba a confesarse salía con un inmediato entusiasmo, pero los mejores propósitos se desvanecían en el momento en que volvían a encontrarse. Entonces, recuperaba las ganas de quitarse a la nuera de en medio y provocarle todos los males.

Esta experiencia suele ser muy frecuente en todos nosotros, porque nos parece antinatural perdonar a quien nos hiere. ¿Amar al enemigo?, casi tendríamos que decir que bastante hacemos con no matarlo.

Sin embargo, hay una cosa que se nos olvida. Cuando el Maestro pedía a los suyos que en la oración pidieran recibir el Espíritu Santo, no cualquier cosa, sino recibir el Espíritu Santo, lo decía porque no se puede perdonar, amar, darse hasta el extremo, rezar por los que nos persiguen, si uno no recibe una fuerza de los alto. El Señor no pide un imposible sino que le permitamos entrar en nuestra vida para que Él, con su omnipotencia, pueda usar nuestra voz y nuestras manos para perdonar a los que más daño nos hacen. Amar a los enemigos no es asunto de empeño, es asunto divino. Sólo Dios puede hacer de cada corazón un templo en el que habitar.