Un amigo sacerdote acostumbrado a dar grandes y aplaudidas conferencias, un día tuvo que sufrir una pequeña humillación. Tras una ponencia magistral en el mismo Aula Magna del seminario de Madrid, se acercó una agradecida asistente para alabarle por su fabulosa exposición. Y en un momento le dijo:

-Me ha encantado todo lo que ha dicho, pero me quedo sobre todo con una frase: «amaos unos a otros como yo os he amado».

Por lo que mi amigo quedó abochornado, pues de entre la perfecta argumentación de su ponencia, aquella mujer sólo recordaba las palabras de Cristo. De este modo, mi amigo vió derrotada su vanidad y quedó contento por haber podido trasmitir, ante todo, la misma Palabra de Dios.

Por tanto, lo importante  es poder ofreceros una de las palabras del Señor que  pueda servirnos de impulso para la vida, de alimento para la oración.

Hoy propongo la siguiente invocación del salmo responsorial:  «buscad al Señor y vivirá vuestro corazón».

¿Quién es ese Señor que hace vivir nuestro  corazón?  La respuesta la encontramos tanto en el pasaje de Jeremías frente a los líderes de Jerusalén, como en el evangelio donde se narra el martirio de Juan el Bautista ordenado por Herodes Antipas.  En un caso como en otro, aparece el drama del dolor imperante en el reino de la falsedad. Por una parte, Jeremías escapa de la muerte al defenderse frente a la engañosa acusación de que él no es un profeta verdadero. Por otra parte, Juan Bautista muere por la rabia de Herodías y el temor de Herodes al verse denunciados por él y puesta al descubierto sus vergüenzas.

«Buscad al Señor y vivirá vuestro corazón»

Se puede encontrar a mucha gente que mienta, pero no se encuentra a nadie que desee que le engañen. La mentira, el autoengaño, la falsedad,… es el cáncer del alma. Porque nuestro corazón está hecho y se alimenta con la Verdad. En el funeral, con los amigos, en la familia, en el trabajo, en los momentos de ocio o en el noviazgo, con los compañeros… en todo momento y en todas las relaciones aspiramos a lo auténtico. Buscar y vivir en la verdad en cada cosa y relación, es dotar a la vida de su máxima dignidad.

Me acuerdo de un momento que se me pedía mentir para poder conseguir un mayor beneficio con el seguro de mi vivienda, pero rápidamente me acordé del salmo de hoy y volví a constatar -con una sonrisa- lo ancho y fácil que es el camino de la perdición. Porque «si del amor no puede nacer nada malo» -como decía San Agustín-, del engaño y la mentira nada sano puede crecer, ya que corrompe el corazón, mata las relaciones y te aboca a la soledad. Por eso repetimos: «buscad al Señor (y su verdad) y vivirá vuestro corazón».