Este domingo escuchamos la lectura del pobre Jeremías en el aljibe, hundido en el barro y condenado así a morir de hambre, aunque luego es liberado. ¿Cómo llega hasta el aljibe Jeremías? Es una historia apasionante: Jeremías le dice a Baruch que escriba todas las palabras que el Señor le había dicho sobre la destrucción de Jerusalem por no convertirse al Señor y se las lean al rey. Joaquím, el rey, debía ser bastante pasota y según iban desenrollando el texto se lo iban leyéndolo y, aprovechando que estaba en su palacio de invierno y estaba encendido el brasero, lo iba cortando y quemando. Cuando acaban la lectura no quedaba nada del rollo escrito y no hizo ni caso. Joaquín morirá sin descendencia y le sucede Sedecías. Como el rollo se había quemado, Jeremías manda que lo vuelvan a escribir y se lo vuelvan a llevar al rey. Los enemigos de Jeremías, por insistir en lo mismo, convencen al rey para que le arrojen an el aljibe, aunque Ebedmelek consigue su liberación. Como se lo habían dicho mil veces- y no habían hecho ni caso-, Nabuconodosor conquistará y destruirá Jerusalem, liberando a Jeremías. Parece que Jeremías no aprende y en vez de quedarse calladito haciendo calceta en casa se dedica a proclamar la Palabra del Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! 

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.

En algunas ocasiones podemos confundir el seguir a Jesucristo con un buenísimo absurdo, de aquel que nunca molesta, que nunca inquieta, que jamás intranquiliza y por sembrar una mal llamada paz, es capaz de callar la verdad e incluso cambiar la doctrina. Pero una cosa es ser simpático y otra cosa es ser falso. Si a alguien le molesta que se diga que el domingo es día de precepto y por lo tanto hay que ir a Misa, pues esa persona el domingo lo utiliza para jugar al golf y echarse la siesta, y se me pone como una fiera porque él piensa que hay que ir a Misa cuando se siente realmente y él lo siete lo martes en vez de los domingos, y que le molesta que predique sobre eso, o se lo recuerde en la confesión, entonces tengo dos opciones:

La opción buenista que sería callarme, dejar de predicar sobre ese tema y cuando se confiese decirle que ¡hombre!, que en la medida de lo posible haga lo que pueda, pero que los martes también son días del Señor. O la opción auténtica, ponerle frente a Cristo y a su Iglesia y decirle que si le importa más un palo 3 que la Eucaristía y la Iglesia que se quede pecando con su golf, pero está renegando de Dios. Y si es tan torpe de no sacar tiempo en un domingo para todo es que, además, es bastante inútil. Y si no le da tiempo a todo porque para comprar los palos de golf vendió el coche y tiene que ir en tranvía, le prestaré mi coche los domingos.

No podemos caer en el miedo de decir lo que la gente quiere escuchar, sino en lo que tiene que escuchar. Si hay presiones para que callemos o cambiemos el Evangelio habrá qu anunciarlo con más valentía, con palabras y con obras. Si en la Comunidad de Madrid quieren presionar para que la Iglesia calle, la Iglesia en Madrid tendrá que ser un megáfono no una mordaza. Si por presiones me callo y no digo que las conductas sexuales desordenadas, sean de la tendencia que sean, y no puedo explicar la doctrina católica sobre la sexualidad y el cuerpo humano ¿qué haré cuando me presionen los corruptos? ¿Callarme también?

Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 

Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. 

Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

«El que no está conmigo está contra mi, el que no recoge conmigo desparrama» La Virgen Madre de toda la Iglesia nos de a todos valentía y nos ayude a no perder el ánimo.