El Evangelio de hoy nos presenta a la figura de Juan como aquel que tiene conciencia de nos ser el Mesias y que se dedica a allanar el camino a éste. Quizás en este nuevo día que Dios nos regala ésta vida pueda ser luz para identificar una misión no poco importante como cristianos.

Seguramente nos hayamos preguntado varias veces por qué tan poca gente cree en Dios o siquiera le conoce. Una de las razones es porque consciente o inconscientemente la gente, y a veces nosotros mismos, tienen una imagen falsa de Dios. Creemos que Dios es el que viene a quitarnos la voluntad propia, el policía que nos controla, el juez que condena nuestras faltas o que incluso nos castiga con el fracaso o alguna enfermedad, el que está lejos y es impasible ante lo que viven las personas, el Dios que no puede existir porque sino no permitiría tanto mal que sucede en el mundo, el que viene a prohibir todo aquello que nos da satisfacción o placer, el aburrido, el culpable de tantas discusiones, fanatismos y guerras,etc. Como es lógico, frente a un Dios así nadie quiere acercarse y menos abrir su corazón. Aquí es donde es necesario las personas que “allanen el camino al Señor”  desbloqueando y desactivando éstas imágenes falsas en las mentes y corazones de las personas. Estas son personas estilo Juan el Bautista que hacen creíble con sus vidas y palabras que Dios es cercano, bueno, sensible a la vida de las personas, Padre y Madre, misericordia hasta las últimas consecuencias.Personas que ayuden a los demás a no interpretar la vida desde un ángulo que les hace daño. Esto es así si interpretamos lo que vivimos como fruto de nuestros errores, como castigo divino, como quien nunca tiene ni tendrá suerte, desde el victimismo, desde la desesperación, etc. ¡Qué importante que en esos momentos de la vida haya alguien que ayude a leer la vida como una historia de Amor de Dios con nosotros, en clave de agradecimiento, con la certeza de que “Dios encamina todo hacia el bien de los que le aman”(Rom 8, 28)  o mejor dicho, de los que El ama.

Con todo esto Dios no nos pide ser o creernos salvadores o “el Mesías” de la gente, pero sí que necesita que le allanemos el camino hacia la mente y el corazón de las personas, para que éstos le puedan dar, si quiera, una oportunidad de revelarse a sus vidas, de hacerles felices, de hablarles, etc.