¿A quién escuchamos?¿A quien hacemos caso?¿De quién aprendemos?.. Habitualmente cualquier persona lo hace de aquellas personas que tienen autoridad para ella, ya sea por quien es, por el testimonio de su vida, por algo importante que ha hecho, por los vínculos afectivos fuertes que les une, etc.

Nos solemos quejar de nuestra falta de fe, de que no tenemos certeza de que nos preste atención y no vemos que el Señor haga algo. A veces no lo decimos, pero lo pensamos en nuestro interior. Nos cuesta escucharle y aunque en el fondo y detrás de mucha palabrería y justificaciones inconsistentes, sabemos lo que tenemos que hacer. En las lecturas de la liturgia de hoy nos presentan varias personas que reconocen la autoridad, el poder de Dios y tuvieron fe en Él. Por ello, le escucharon, le hicieron caso, le obedecieron y en su vida ocurrieron maravillas, hechos extraordinarias, cosas buenas, acontecimientos importantes que determinaron su vida para bien.

La gente quería escuchar a Jesús, le seguía y acudía a Él. Era tanto y tantos que el Señor pide a los apóstoles que le lleven a la otra orilla para descansar. La verdad es que ante la fe de esta gente por la autoridad que reconocen en Él contrasta la falta de fe de los apóstoles en la barca, su miedo. ¿Con quién te identificas? ¿Cuál es el personaje que más te define? Reflexiona, mira el contexto en el que se encontró en su vida, como se comporta y como responde al final al Señor.

« ¿Pero quién es este? .. » Hasta que no reconozcamos de verdad su poder, su autoridad no podremos convertirnos, no podremos seguirle. La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.