«El que los cumpla (las enseñanzas de la ley y los profetas, los mandamientos) y los enseñe , será grande en el Reino de los cielos». Con éste Evangelio nos coloca Jesús a todos en un gran horizonte de vida.
 Además de venir a quitarle los miedos a los fariseos  de que él no viene  a abolir la ley, Jesús nos saca de la visión aislada de una santidad personal y nos invita a concebirnos transmitiendo a mucho las enseñanzas que para un cristiano significan Vida en abundancia.
 Cuando las personas con las que convivimos, trabajamos o estudiamos nos ven vivir una vida diferente, al servicio de los demás, sin competitividades, perdonando las ofensas y creyendo en lo bueno de la gente, se llegan a cuestionar muchas cosas. Si en esos momentos damos razón de por qué tenemos esperanza, experimentaremos que nuestra propia fe se fortalece y que todas las dificultades que vivimos pueden ser un «camino abierto» para muchos. La fe toma otra viveza cuando nos concebimos como pueblo y como parte de una cadena de testigos, gracias a la cual nos ha llegado el Evangelio a nuestras vidas y en la cual también somos miembros pequeños, pero vitales. Sólo así podrán llegar estas enseñanzas a muchos.
Que en éste día nos podamos dejar mirar por Jesús con esa trascendencia que él nos ve, como esos «eslabones de una cadena de transmisores de fe y Vida» y podamos descubrir que no hay mayor grandeza para una vida que ésta.