Juan Pablo II nombró a Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein en su vida civil, como patrona de Europa, junto con santa Catalina y santa Brígida. Edihs Stein nación en 1891 en Alemania y era de familia judía. Cuando tiene 21 años se reconoce atea. Estudió filosofía, carrera en la que sobresalió y fue discípula de uno de los mayores filósofos del siglo XX, Edmund Husserl. A través de unos amigos católicos empieza a acercarse a la Iglesia, pero es en 1918 cuando experimenta una gracia mística. Después de pasarse una noche leyendo El libro de la Vida de santa Teresa de Jesús, tiene la certeza de que allí se encuentra la Verdad que ella busca. Poco más tarde recibe el bautismo. En 1933 ingresa como monja carmelita. Al iniciarse la persecución de los nazis contra los judíos se traslada a un convento de Holanda. Pero en 1942 la Gestapo la va a buscar y junto a su hermana Rosa es conducida a un campo de concentración y muere en una cámara de gas.

Las lecturas de hoy ilustran la vida de esta santa. En la primera, del profeta Oseas, se habla de cómo Dios seduce al alma y la atrae con lazos de amor. El lenguaje poético de la profecía señala bien como Dios no fuerza a los hombres a seguirlo sino que los va llamando. De ahí que nosotros tengamos que permanecer atentos a los signos del Señor para reconocer su amor y corresponderle. Así lo hizo Edith, que siempre, con honestidad, buscó la verdad y cuando la reconoció se rindió ante ella. De ahí que decidiera consagrar su vida al Señor. Cuando se despidió de su madre, judía, para ir al convento, esta le reprochó que la dejara sola, a lo que Edith respondió que ahora estarían más unidas que nunca. Porque quien elige a Dios y se deja cautivar por su amor es capaz de amar con mayor perfección a todos sus familiares y amigos. No se separa de ellos sino que, por el contrario, es capaz de amarlos mejor.

A su vez, en el evangelio de las vírgenes prudentes, también se nos señala que siempre hemos de estar preparados para el encuentro con Cristo. Tradicionalmente se ha visto en la imagen del aceite de las lámparas una referencia a la caridad. Es el amor lo que mantiene encendida la llama de la lámpara. Eso no se puede improvisar. Por eso las vírgenes necias, que intentan a última hora encontrar aceite, no lo consiguen. Nuestra vida forma una unidad. De ahí que continuamente debamos preocuparnos por vivir en gracia y hacer que nuestra vida brille con las buenas obras.

Se cuenta que cuando vinieron a buscarla dijo Edith a su hermana “vayamos a compartir la suerte de nuestro pueblo”. Ella que había conocido a Cristo no lo abandona cuando deja el convento para ir a la muerte. Por el contrario recorre ese camino acompañada por Él, llevándolo en su corazón. Así, en medio de la barbarie y de la muerte, ella caminó hacia la cámara de gas llevando encendida la luz de la lámpara.

En este día pidamos especialmente por Europa. Muchos han olvidado las raíces cristianas que le dan consistencia. Como consecuencia de todo ello se ha enfriado la caridad y no brilla la luz de las lámparas del amor de Cristo. Como en la parábola podemos decir que nos hemos quedado dormidos. Pero si dejamos que el amor de Dios transforme nuestros corazones cuando el Señor quiera iluminaremos la noche anunciando su presencia.