Estoy acostumbrado a escuchar habitualmente a personas que dicen sin dudar que perdonan pero no olvidan ¿Es esto un auténtico perdón? ¿Es cristiano? Imaginémonos que Dios no olvidara nuestros pecados cuando nos perdona, y los de todo el mundo ¿Qué sería de nosotros, de la humanidad?

Escuchar esta frase nos hace pensar en una persona que perdona de boquilla, por las razones que sea, pero que esta guardando en su corazón un rencor que no le permite perdonar. A todos nos es muy difícil perdonar totalmente de corazón, máxime cuando la ofensa o el daño esta reciente, y la herida que nos ha provocado en nuestro interior duele. Pero el tiempo todo lo cura y el Señor nos pide un perdón absoluto y las veces que sea necesario. La primera lectura nos insta a dar muerte a todo lo terreno que hay en nosotros: al pecado. Y también, al rencor, al odio, la venganza, la soberbia, a llevar cuenta de los delitos del hermano y a resistirnos a reparar, curar y olvidar. Esto es del hombre viejo y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Nos tenemos qurevestir de la nueva condición de redimidos que se va renovando a imagen de nuestro Creador.

Ahora entendemos las exclamaciones de alegría y esperanza de Jesús en el pasaje de San Lucas de hoy hablando de nosotros: bienaventurados. Vivamos una vida nueva de bienaventurados y no nos dejemos llevar o nos cerremos con soberbia, cobardía o egoísmo en una vida vieja, terrena, de la cual se lamenta Jesús y advierte: ¡Ay de vosotros…!