Hace 10 día estuvimos con la parroquia en Lepanto, en Grecia. Allí entablaron batalla en 1571 la flota de la Santa Alianza contra la del Imperio otomano. Tal día como hoy, la victoria de la primera puso fin a los ímpetus conquistadores que amenazaban a toda Europa.

Para que la empresa llegara a buen fin y la cristiandad pudiera seguir su propia historia, el Papa pidió que se rezara el rosario. Una vez alcanzada la victoria, Pio V instituyó en agradecimiento la memoria de hoy: la Bienaventurada Virgen María del Rosario.

En las apariciones de Fátima, nuestra Señora nos pidió que rezáramos el rosario para el perdón y la reconciliación entre los hombres. El anuncio de la segunda guerra mundial fue un aldabonazo de la Virgen que urgía a rezar más concienzudamente el rosario pidiendo la paz. Finalmente la guerra llegó. No obstante, su mensaje sigue teniendo una gran actualidad. Tenemos que rezar mucho para que haya una auténtica paz y no sólo un equilibrio malabarista de miedos. El salmo dice: “Es Señor escucha a sus pobres”. Oremos con pobreza de espíritu para que el llueva una paz y una reconciliación duraderas. Hace falta en muchos lugares del mundo.

Hay quien dice que el rosario es oración de viejas. Ciertamente no ayudan los soniquetes monótonos, acelerados y a veces cómicos con que alguna viejecita dirige el rosario en nuestras parroquias. ¡Qué se le va a hacer! Pero en realidad es una oración muy seria. San Juan Pablo II nos regaló una explicación preciosa del rosario en su carta “Rosarium Virginis Mariae”. Quizá estos días pueda ser bueno releerla para afianzar nuestra devoción y renovar el modo en que rezamos el rosario. Además, añadió los misterios luminosos para contemplar cinco acontecimientos en la vida pública de Cristo.

Los santos Francisco y Jacinta, y la venerable Lucía, recibieron la visita de la Virgen porque eran sencillos de corazón. Cristo se llena de alegría en el Evangelio de hoy dando gracias al Padre por haber revelado los tesoros de las grandezas divinas a los sencillos. Y con esos deseos de ser sencillos y como niños delante de Dios, le pedimos a María que recemos el rosario sin cesar, pidiendo la paz y la reconciliación. Falta hace.