san Pablo a los Romanos 3, 21-30a

Sal 129, 1-2. 3-4. 5 

san Lucas 11, 47-54

“¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!” La llave no es mía y si me la he quedado ha sido fraudulentamente. Cuando tengo algo que hacer, algo en lo que servir, no soy yo es Cristo quien actúa en mi. San Agustín (creo) decía: “Dame Señor lo que me pides y pídeme lo que quieras” Yo me he encontrado con cientos de personas a las que podemos calificar de “extrañas” pero ¿Puedo yo hacerme el dueño de la misericordia, la bondad, la paciencia y benignidad de Dios? ¿Acaso es Dios sólo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Evidente que también de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios. Pues no me puedo quedar para mí con Dios, tendré que darlo. ¿Lo hago?