Como dice el Papa Francisco: “El problema no es cuando sucederán las señales premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para Su encuentro”.

Hoy domingo el Señor nos invita a ir a Su encuentro en la Eucaristía. Y es un encuentro nuevo, al que nos llama a prepararnos de antemano. Como cuando nos preparamos interiormente y exteriormente y  nos ponemos guapos para ir a una fiesta o a una boda; así con esa misma disposición, Jesús espera que nos preparemos para ir a Su encuentro en cada Eucaristía. Y ¿cómo estamos preparados? Sencillamente estando en gracia de Dios y cuidando los detalles de amor para con El y nuestro prójimo. Estar en gracia de Dios es semejante a la virgen prudente que llevaba consigo el aceite para mantener encendida la lámpara para cuando llegue el esposo, que es Cristo. La virgen es figura de la Iglesia que somos tú y yo que tenemos un corazón (que es esa lámpara) y ese corazón puede estar alegre, lleno del amor de Dios o vacío.

Las vírgenes necias les piden a las prudentes un poco de su aceite pero estas se lo niegan. Esta reacción que puede parecer poco solidaria es reflejo de que la relación de amor con Dios es personal e intransferible porque ocurre en la “lámpara” del corazón de cada uno. El tiempo que nos toca vivir en esta tierra es el tiempo de la espera del encuentro definitivo con el Esposo. Es ahora cuando tenemos la oportunidad de abrirnos cada día, cada momento a su misericordia e ir acumulando el aceite del amor al prójimo en el corazón a través de gestos sencillos y de cultivar esa amistad amorosa con Dios.

Para concluir, dejamos resonar esta poesía, en la que el Padre Jose Luis Blanco nos transmite una actitud de vigilancia acorde al espíritu de las vírgenes prudentes:

  A fuerza de amor humano

me abraso en amor divino.

La santidad es camino

que va de mí hacia mi hermano.

Me di sin tender la mano

para cobrar el favor;

me di en salud y en dolor

a todos, y de tal suerte

que me ha encontrado la muerte

sin nada más que el amor. Amén.