Había un chaval trabajando en la parroquia que cada día al irse a casa decía educadamente: “Hasta mañana.” Y yo le respondía: “SI Dios quiere.” No es un chico especialmente piadoso, más bien diría que se podían contar con los dedos de una mano las Misas a las que había ido desde su primera Comunión, y cada final de la jornada me miraba con cara rara. Ya un día se atrevió a preguntar: ¿Por qué cada día me responde “si Dios quiere”, bastaría decir “hasta mañana?” Y se lo expliqué.

“Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.

Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.”

Estamos acostumbrados a que nunca pasa nada, todo sigue igual, nos acostamos y nos levantamos, el sol sale y se pone. ¡Cuántas cosas dejamos para mañana! Sin embargo, cada mañana, cada instante, es un don de la misericordia de Dios. Los que hemos sufrido la muerte de personas queridas por un accidente de automóvil o por una sobredosis sabemos bien que quien ahora está puede no estar en el momento siguiente. Y al mundo entero le pasa igual, ahora está y mañana Dios dirá.

¿Esto nos tiene que llevar al miedo? Desde luego que no, sí a estar en vela- Pero sobre todo nos tiene que mover al agradecimiento. Si Dios hoy me quiere aquí, algo querrá de mí. La cabeza en ocasiones da malas pasadas y lleva a las depresiones, a no encontrar sentido a la vida. Sin embargo, ten por cierto que si Dios te tiene aquí es por algo. Sigue buscando o simplemente ponte en escucha de la Pablara de Dios y delante del Señor dile: ¡Aquí estoy, tú verás! “pues a lo mejor andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar.” Sé que es fácil decirlo cuando uno está bien, pero al menos da a Dios la oportunidad de mostrarte por qué te quiere.

¿Y el mundo? ¿Y sus luchas y sus peleas? Pasarán cuando pasen, nos complicarán la vida, pero no pueden quitarnos la paz.

¿Dónde quiero estar cuando todo esto pase? Bien agarrado de la mano de María, allí no tendremos nada que temer.

Hasta mañana, si Dios quiere.