PRIMERA LECTURA
Quise más la sabiduría que la salud y la belleza
Lectura del libro de la Sabiduría 7,7-10. 15-16

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La prefería a cetros y tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella. la plata vale lo que le barro. La quise más que la salud y la belleza, me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Todos los bienes juntos me vinieron con ella, había en sus manos riquezas incontables.

Que me conceda Dios saber expresar y pensar como corresponde a ese don, pues Él es el mentor de la sabiduría y quien marca el camino a los sabios. Porque en sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, y toda la prudencia y el talento. Palabra de Dios.

Sal 18, 8.9.10.11
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.

Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy la vid, y nosotros los sarmientos – dice el Señor -.
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;
porque sin mí, no podéis hacer nada. R.

EVANGELIO
¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que Él quiso, y se fueron con él.

A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios.

Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Bonaerges – Los hijos del trueno -, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Zelote y Judas Iscariote, que lo entregó.

Palabra del Señor.