Organizar que 340 niños hagan su primera Comunión no es tarea fácil. Más cuando existen casos “especiales.” Que a todos les venga bien el día y la hora que le ha tocado a su grupo es difícil, aunque se intenta. Y vienen las quejas, y cambias al niño de grupo para que pueda hacer la Comunión el día que ha venido su familia de fuera, o es el fin de semana que le toca a la madre que está divorciada, o es el fin de semana que no tiene que trabajar el fin de semana o…, mil cosas. Y vas colocando a cada niño en el lugar que le corresponde. Lo que más temo es cuando una madre te pregunta a estas alturas del curso: “¿Qué día hacía mi hijo la Comunión? …” Seguro que tiene algún inconveniente de última hora. Pero bueno, hay que intentar que cada uno esté en su sitio adecuado y pasen todos un día fenomenal, empiezan algo muy grande. Cada cosa y cada persona en su sitio queda mucho mejor.

«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos» Tengo que reconocer que del cerdo, como decimos en España, me gustan hasta los andares. Dios no me ha llamado por el camino de ser vegano. Pero verdaderamente es un animal que no mira al cielo, siempre con el hocico pegado en tierra, y no sé por qué prohibido por algunas religiones, tomado como un animal impuro. “Legión” no debía estar en el cuerpo de un hombre, ni de un cerdo. Cuando te encuentras con Cristo, con Jesús, Hijo de Dios altísimo, no comienza una batalla por evitar el pecado, sino que te das cuenta que el pecado no tiene cabida en tu vida, ni en el mundo. Lo de encender una vela a Dios y otra al diablo no es una posición auténtica, acabaremos encendiendo todas al diablo.

No deja de ser curioso que los gerasenos pidiesen a Jesús que se marchase de su tierra, asustados. Y es que se habían acostumbrado a que el poseído por el espíritu inmundo no tenía solución, lo habían intentado todo y ni con cadenas ni cepos habían podido sujetarlo. Y llega Jesús y con seis palabras lo expulsa de aquel hombre…, y de aquella comarca. Hay personas que se han acostumbrado a convivir con el pecado, han intentado todo por sus propias fuerzas para evitarlo, pero no son capaces. Y entonces le hacemos un sitio al pecado en nuestra vida, como si fuera algo irremediable. Me confieso de vez en cuando, pero con la certeza de que volveré a caer, sin confianza en la gracia de Dios.

Pero date cuenta, cuando te encuentras con Jesús el pecado no tiene cabida. Quien piensa que puede estar con Cristo y dejar intacto su orgullo, su soberbia, su ira, su vanidad, su sensualidad…, no ha entendido nada. Acabará pidiendo a Dios que salga de su vida, que se marche de su territorio. No digo que ya no seamos capaces de pecar, pero tendremos mucha más claridad de juicio, y entre Dios y el diablo sabremos muy bien con quien quedarnos y anunciaremos lo que el Señor ha hecho con nosotros.

Ojalá hoy la Virgen nos dé esa claridad de juicio, ese corazón enamorado que sabe decir sí al Señor, y el pecado ni para los cerdos. Nosotros en nuestro sitio, con Jesús.