Es importante en la vida saber porque hacemos las cosas y, sobre todo en nuestra religión, por qué la Iglesia nos enseña ciertas prácticas que la tradición nos ha traído del Evangelio. En este tercer día de la Cuaresma nos habla Jesús en Mateo del ayuno. Las prácticas religiosas de su tiempo son vividas por los judíos, y especialmente por los fariseos, como una carga y algo triste o forzado. Un contraste notorio con el aire fresco, la alegría y la liberación que Jesús nos trae con el anuncio del Reino.

No es que Jesús supere estas prácticas por no ser válidas, sino el sentido y el por que las practican. Si se viven desde el formalismo, el que toca o la apariencia por el «cumplo-y-miento», pierden su sentido y su función, no es lo que Dios quiere.

El ayuno es una pedagogía que nos ayuda a entrenar la voluntad con la renuncia a las cosas buenas (comidas placenteras y que nos gustan, bebidas, aficiones, tiempo de ocio, hacer lo que me apetece, etc) para poder rechazar las cosas malas cuando lleguen. Es avanzar en el dominio de si para ser nosotros directamente los que deciden el bien, lo mejor en nuestra vida y no dejarnos llevar por vicios, debilidades o pasiones que nos quitan el control de la misma.

Es verdad que el ayuno en su práctica gustosa y deseada, misteriosamente nos abre a la gracia y a gustar las cosas de Dios. Nos pone como en sintonía, en linea con Él y su voluntad. Claro que este ayuno tiene que estar unido a la oración, porque si no, es meramente una práctica ascética que no nos ayuda.

Jesús elogia la manera de vivir el ayuno de Él y sus discípulos con privaciones auténticas, vividas desde la esperanza y la alegría de que el Señor está con nosotros, toda una fiesta para nuestra existencia. Es la ilusión de seguirle y participar en la construcción de su Reino. El ayuno no es una norma para el cristiano, ni un castigo o una carga. No es una obra nuestra. Es obra del Espíritu en nosotros, es una ayuda, una oportunidad, un paso más para la liberación que nos trae el habernos encontrado con Él  ¿No lo ves así? ¿Cómo lo vives? ¿Como los fariseos o como los discípulos de Cristo?