Por iniciativa del Papa Francisco, hoy y mañana celebramos en la iglesia la jornada “24h para el Señor”, especialemente dedicada a la adoración y también al sacramento de la confesión. Seguro que Francisco nos regala otra vez la imagen de un Papa de rodillas confesándose en la mayor iglesia de la cristiandad. No es una imagen habitual, pero todos sabemos que hasta el Papa se confiesa con frecuencia, como él mismo ha declarado muchas veces.

En la primera lectura de hoy, el profeta Oseas exhorta al pueblo: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor. Decidle: «Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión»” (Oseas 14,2-3).

La clave de una verdadera conversión es mirar a Dios, y por eso, la necesidad de volverse hacia Él. En la parábola del hijo pródigo se dice “recapacitando”. Ambas guardan el mismo significado: la añoranza del amor de Dios, la conciencia de nuestro pecado y el descubrimiento de nuestra pequeñez comparada con la grandeza del Señor que nos permiten una vuelta interior.

En el corazón de nuestra vida se encuentra la conciencia, donde se produce esa “vuelta”. En realidad nos indica hacia dónde caminamos, en qué sentido y en qué dirección. En la vida podemos tomar muchos caminos hacia muchas direcciones y sentidos, como los barcos en el mar emprenden un rumbo determinado. Pero lo más acertado será siempre la dirección y sentido correctos. “Volverse” hacia el Señor es pedirle que no perdamos el rumbo, aunque sean sólo unos pocos grados de desvío que, con el paso de tiempo, serán muchos kilómetros (o millas) de desvío.

Camiemos hacia el Señor, y pidámosle que nuestro rumbo, sentido y dirección sean siempre los que hoy Cristo nos explica en el evangelio: amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro ser, y al prójimo como a nosotros mismos.

Igual que en los barcos, el rumbo hay que estar vigilándolo porque es fácil desviarse. Eso es la confesión. El primer paso es hacer un buen exámen de conciencia, comenzando por un acto de presencia de Dios, ante quien me pongo; pido al Espíritu Santo que me ilumine. Se trata de mirarme como me mira Dios, como Él me ve: no es una mera instrospección psicológica. Hay cosas que no vemos de nosotros mismos: pedimos al Señor que nos ilumine allí donde no llegan nuestros ojos. El Papa Francisco dice en su mensaje de cuaresm: “El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida…..Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar de nuevo”

Aquí va el link del examen de conciencia del ritual romano: https://www.aciprensa.com/fiestas/cuaresma/examen.htm

¡Que esta jornada de 24 horas para el Señor sea muy fructífera para todos!