Es siempre una alegría celebrar la solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo que tan íntimamente nos unen al Papa y a la Iglesia, y es especialmente significativo hoy que además en Roma se celebra un consistorio para la creación de 14 nuevos cardenales, que desde hoy pondrán su sangre al servicio de la Iglesia y del Papa.

En un mundo en continuo cambio, en el que parece que todo es efímero siempre resulta tranquilizador saber que la Iglesia de Jesucristo sigue firme en medio de las tormentas de la Historia. Firme en lo fundamental, abierta al cambio en lo coyuntural. Las figuras de Pedro y Pablo son las columnas seguras que sostienen el edificio de la Iglesia, y que tienen en el obispo de Roma su principal defensor, pues esa es la principal función el Papa mantenernos unidos, mantener en pie la Iglesia, defendiendo el mensaje de Jesucristo confiado a lo apóstoles y que ha llegado, gracias a una multitud de testigos, hasta nosotros.

Por eso siempre hay que estar con el Papa, porque como nuevo Pedro, asistido por el Espíritu Santo y dentro de lo que su humana condición el permite busca con ahínco la unidad de la Iglesia, la propagación del Evangelio, que todos se salven, y en todo ello cada cristiano tiene una misión definitiva porque si bien ninguno es imprescindible, todos somos necesarios pues Dios mismo nos ha elegido (como indica la segunda lectura) para proclamar el Evangelio con nuestra vida a toda la Creación. Cada uno de nosotros somos una palabra del Padre dicha a la historia que, si no es correctamente pronunciada, dicha, se queda en el olvido. Convenzámonos de que Dios con su amor de Padre nos ha elegido y nos considera absolutamente irremplazables.

Feliz Fiesta a todos.