En una conversación con una amiga sobre su hija, me comentaba su preocupación por algo que ella le había transmitido. Su hija había tenido un curso flojo en los estudios y la veía desmotivada en la carrera que estaba haciendo. Además, estaba muy metida en la actividades pastorales de los jóvenes de su grupo, le gustaba orar y todavía le quedaba por madurar. Mi amiga estaba desconcertada y no había pegado ojo esa noche pensando en lo que le había dicho su hija y la situación de esta.

Es muy importante el orden de prioridades que establecemos las personas porque es el que rige el desarrollo de nuestra vida: nuestros proyectos, nuestras decisiones, nuestros sacrificios, nuestros esfuerzos, nuestro tiempo, nuestras ilusiones… Así, ante un conflicto de intereses o una decisión, sabemos lo que prevalece para nosotros y nos ayuda a resolverlo. En el evangelio de hoy, Jesús deja clara su autoridad y, sobre todo, su entidad que prevalece sobre las normas y preceptos e incluso sobre el templo; un escándalo, una provocación, una blasfemia para los fariseos pero una aclaración de su identidad para nosotros que le seguimos y somos sus discípulos.

Jesús es lo primero en nuestra vida, el que prevalece por encima de todo, hasta de la religión. Esta la vivimos como herramienta para escucharle, obedecerle, seguirle a Él. Por ello, Él tiene que estar por encima de cualquier norma religiosa, práctica, devoción, costumbre, esquema religioso mental o norma humana (Porque el Hijo del hombre es señor del sábado). Su Palabra, su Evangelio de donde nace nuestra religión, su Iglesia, es lo que tenemos que vivir y quiere que prevalezca sobre otras cosas.

La hija de mi amiga le había dicho a sus padres que quiere entrar en un convento de clausura para dedicar su vida a la oración por todos nosotros, porque se había dado cuenta que el Señor la llamaba, se lo pedía. Su madre no entendía como una chica joven, con una carrera prometedora, con tantas debilidades y carencias, sin haber experimentado apenas en la vida, podía haber tomado esta decisión. Su hija le compartía que Jesús se lo estaba pidiendo y que cómo se iba a negar. Cuando Jesucristo prevalece en tu vida el camino esta claro, su voluntad se muestra, todo se va ordenando y equilibrando para bien, y te salva como a Ezequías en la primera lectura.

¿Y tú? ¿Jesús es el que prevalece sobre todo en tu vida? ¿Cómo estás? ¿Cuál es el orden de tus prioridades?