Hoy celebramos el martirio de Juan Bautista, el amigo del Señor. Es un relato en el que encontramos la veleidad de un rey y la fidelidad del precursor. Herodes se deja arrbatar por la sensualidad del momento y se jazta de su poder y su generosidad, que no es más que vanidad. Así ofrece hasta la mitad de su reinado. Sin emEbargo lo que entregó valía mucho más aunque él desconocía su verdadero valor. Herodes nos da pena y, sin mebargo, descubrimos en él algo que también puede estar en nosotros. Se nos dice que En su martirio se juntan varias cosas. Por una parte tenemos que Herodes “respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo”. Pero, extrañamente lo tenía en la cárcel y encadenado. Es como una metáfora de la verdad que conocemos y que, sin embargo, tenemos oculta no dejando que ilumine y transforme nuestra vida.

El corazón de Herodes no obedecía a su razón sino que estaba dominado por otras pasiones y ahí es donde interviene la bailarina y su madre, que a fin de cuentas es la que maneja los hilos. Lo de Herodes da mucha pena porque nos es fácil darnos cuenta que a nosotros nos puede suceder lo mismo. Como él podemos ser personajes desdoblados. Pidamos a Juan Bautista que nos ayude a afirmarnos en el Señor poniendo en él toda nuestra esperanza. Porque la ambigüedad, nos enseña la escena de hoy no se puede mantener por mucho tiempo. Así fue que un día Herodes tuvo que elegir entre Juan y Herodías y esta ya lo había dispuesto todo.

Sorprende también la manera como eliminan a Juan. Cuando leemos este relato no nos lo acabamos de creer. Todo empieza con una fiesta y, de repente, se convierte en una orgía de sangre. Pero ahí se muestra también lo que sucede cuando dejamos de vivir según la verdad y nos arrimamos al mal. Pensamos que lo controlamos todo (quizás así le sucedía a Herodes) y, finalmente todo se nos escapa de las manos. También hemos oído muchas veces la expresión “pero, ¡yo no quería eso!”.

El camino de bien se anda cada día y no se puede, como se dice en algún momento en el Antiguo Testamento, tener un pie en cada sendero. Herodes acaba cayendo en la trampa que él mismos se ha tendido. Porque era una trampa escuchar a Juan y permanecer junto a Herodías, al igual que lo era conocer la verdad e inventar cada día miles de excusas para no obedecerla. La trampa se acabó cerrando sobre sí mismo y Herodes cometió un crimen mayor que el que intentaba ocultar. Triste historia.

¿de verdad es tan triste? Se ha comentado respecto de este evangelio que también hay descubrimos el plan de Dios. Triste lo que hace Herodes, pero hermosos el testimonio de Juan, que derrama su sangre por amor a Cristo. En la historia de los hombres encontramos pecado, pero también la intervención misericordiosa de Dios que, con su gracia, va realizando nuestra salvación.

Pidámosle a Juan Bautista que nos ayude a ser fieles a la verdad a pesar de nuestra debilidad. Que nos conceda la gracia de conocernos a nosotros mismos y, en el camino de la santidad, aprovechar los bienes que Dios nos ofrece.