El Evangelio de hoy nos permitiría profundizar algo más en la propuesta revolucionaria de Jesús, nos permitiría ahondar en esa forma distinta de ser y estar en el mundo que es el cristianismo, nos permitiría hablar de la revolución del amor… sin embargo cuando delante del Sagrario leía las lecturas y preparaba esta breve reflexión lo que más me emocionaba hoy son las palabras del Salmo.

Señor, tu me sondeas y me conoces, conoces mis caminos, me has escogido… ciertamente el Señor nos conocer de una manera que a nosotros se nos escapa, nos ama de una manera que a nosotros se nos escapa, nos cuida gratuitamente, sin esperar nada a cambio de una manera que verdaderamente se nos escapa. Y cuantas veces creemos que ese conocernos, que ese amarnos, que ese cuidarnos gratuitamente tiene truco, cuantas veces dudamos de la gratuidad del amor de Dios. Es normal, todos tenemos la experiencia de que en la vida todo hay que trabajárselo, sabemos bien que el esfuerzo y el sacrificio están en el camino al éxito, seguramente estemos orgullosos de lo que hemos conseguido… sin embargo y aunque es evidente que el esfuerzo y el trabajo son valores necesarios en el desarrollo humano, en nuestros días, estamos tan despistados, que acabamos olvidando que todo lo importante de nuestra vida lo hemos recibido sin merecerlo, la vida, nuestra familia, las personas que nos quieren…y por supuesto la Fe.

El Papa Francisco ha hablado en diversas ocasiones del neo-pelagianismo, una versión retocada de aquella vieja herejía que afirmaba sin pelos en la lengua que el hombre puede ganarse la salvación. El mundo posmoderno en el que los hombre se construyen a si mismos, en el que nos sentimos todopoderosos encaja muy bien con este tipo de planteamiento. Sin embargo el Salmo de hoy nos pone ante la verdadera actitud del creyente, y del hombre maduro, puesto que el hombre/la mujer maduro/a se conoce así mismo y es capaz de aceptarse en su limitación, y ahí es donde se encuentra con Dios en la humildad de reconocerse y saberse criatura, ahí es donde Dios puede hacerse presente y guiarnos por el camino de la salvación.