Santiago 2,14-24.26; Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6 ; san Marcos 8, 34-9, 1

Compruebo que el diccionario de la Real Academia de la Lengua sólo ha recogido del término “chatear” el significado de tomar chatos (de vino) y no esa otra posible acepción que sería conversar con otras personas (utilizar un “chat”) a través de Internet. Es lógico ya que son dos cosas que requieren actitudes muy distintas. Una persona suele chatear con vino con otras personas, conociéndose cara a cara y después de unos cuantos chatos se suelen decir casi todas las verdades y las mayores mentiras. Chatear por Internet suele ser un acto privado, cientos de personas más desagradables que pegar a una madre se anuncian como “joven simpático y amable de buena presencia…”, es un conocerse sin darse a conocer, habitualmente un mentir que lleva a mayores mentiras, un relacionarse sin que implique la existencia y que se acaba cuando uno sale del programa.
Si alguna vez tienes la tentación de “chatear” con Dios en este segundo sentido, las lecturas de hoy te quitarán las ganas. “¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil?”. Lo de “tonto” podría haber sido una añadidura personal para dar más énfasis a la frase, pero no es así: lo leeremos en Misa y contestaremos “Palabra de Dios”. “Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta época descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre entre sus santos ángeles”.¿Qué pensabas, tonto (este sí es mío y me lo dedico en primer lugar a mí mismo), que jamás oirías esas palabras de Cristo?. Cuántas veces escucho eso de “yo tengo más fe que esos otros” como si la fe fuese algo que se pudiese pesar, medir y contar, pues bien, a ése hay que contestarle con el apóstol “enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe”.
Encontrarse con Cristo no es un “chat” del que me descuelgo cuando quiero, no es una relación impersonal basada en el engaño o en la mentira para satisfacer ciertas curiosidades. Encontrarse con Cristo es vivir con Él, hasta el punto de que “quien quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Un día te encontrarás cara a cara con Cristo, corazón frente a corazón y esperemos que no tenga que avergonzarse de ti porque le presentes muchas palabras y ningún hecho, un montón de excusas y ninguna obra buena. Mucho decir yo creo en Dios, pero nunca hemos hecho nada por Él (“Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen también los demonios y los hace temblar”).
Vale la pena dejar de perder el tiempo, dejarse de habladurías o de teorías vacías y “arremangarse” delante de Dios y decirle “Señor, qué quieres que haga” y ponerse a dar testimonio de la cruz gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo, de la entrega sin reservas al Único por el que se puede dar la vida y que nos pide que la demos por todos. María, madre mía y madre de todos, ayúdame a dejar de perder la vida en mis cosas para ganarla para Él.