Comentario Pastoral
PREGONEROS DE LA PAZ

Los textos de este domingo están en la clave del camino de Jesús hacia Jerusalén para cumplir su misión mesiánica. El camino de Jesús es el camino de los cristianos. Por eso él, que era el Enviado de Dios, envía a setenta y dos discípulos. Este número tiene su importancia, pues debe ser interpretado como explícita significación de universalidad. Según el modo de pensar de los antiguos setenta y dos eran los pueblos que habitaban la tierra.

El envío de Jesús es universal, el anuncio de su Reino es para todos, su salvación alcanza a la humanidad entera. Todo cristiano es enviado al mundo para predicar el Evangelio no solo con palabras, sino con los gestos y las actitudes que dan credibilidad: la pobreza, el desinterés, la renuncia, que más que virtudes son signos de la disponibilidad hacia el don de la salvación que Dios ofrece a todos y que debemos traspasar a los demás.

Lo primero que hay que comunicar es la paz. En un mundo crispado, en una sociedad agresiva, en ni) ambiente violento la oferta de paz es siempre válida y actual. El hombre pacífico es el más valiente, porque crea una convivencia más estable y transforma el interior violento de las personas. La principal tentación del cristiano es abandonar su misión pacificadora, ya que no ve frutos inmediatos ni resultados notorios en la sociedad que tiene otra escala de valores y otra moral. No hay que cambiar de anuncio, ni de slogan, ni de casa. La constancia es la prueba de que se cree verdaderamente en el hombre, incluso en el que oprime, aplasta o mata. Necesariamente el testimonio cristiano es una pacificación total, en estar siempre abierto al diálogo, para liberar de fatigas y de opresiones violentas. La paz, como el Reino de Dios, siempre está cerca.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Dios de la paz, tú eres la paz misma,
pero el hombre violento no te comprende ni el corazón cruel te acepta:
haz que los que conviven como hermanos perseveren en el bien
y los que están enfrentados recuperen la paz con el olvido del odio.



Oración colecta por la paz


Palabra de Dios:

Isaías 66, 10-14c

Sal 65, 1-3a. 4-5. 16 y 20

an Pablo a los Gálatas 6, 14-18

san Lucas 10, 1-9

Comprender la Palabra

Escuchamos este Domingo, en la Lectura del Evangelio, el Relato de la Misión de los Setenta y dos discípulos de Jesús. Sólo San Lucas relata este Episodio, además del Relato de la Misión de los Doce Apóstoles, que también nos relatan Marcos y Mateo. Ambos Relatos (ensayo de la Misión de la Iglesia), esquematizados, son muy pare(,¡dos; algo más extenso el Relato, que hoy comentamos. Cuando el Evangelista lo escribe, sin duda tiene muy en cuenta lo que ya, hace décadas, está sucediendo: la Misión de la Iglesia -de Cristo, Señor de la Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo -entre todas las gentes; Misión, no sólo de los Doce Apóstoles, sino de muchos otros discípulos del Señor; Misión, en la que participa y de la que es testigo San Lucas, acompañando al Apóstol San Pablo en sus viajes misionales; Misión, que el mismo San Lucas nos describe en su Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Quizá extrañe el lenguaje algo arcaizante: «No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias … no os detengáis a saludar a nadie por el camino… » Quiere decir que la Misión siempre es urgente y no admite demoras; y que los enviados tienen que estar siempre disponibles.

La Misión consiste en anunciar con la palabra y con signos (de curación) el Reino (proyecto) de Dios, que trae «la paz»; la ‘paz», que es abundancia, plenitud, perfección, salvación. Es la «paz», a la que se refiere el Profeta Isaías (1ª Lectura): «Yo haré derivar hacia ella -la Nueva Jerusalén, la Iglesia- como un río, la paz»; «Paz», que es consolación, alegría; la alegría y el consuelo, de que quedan embargados los que reciben el Anuncio, Buena Noticia, del Reino de Dios, como atestigua el Evangelista San Lucas en su Libro de los Hechos de los Apóstoles.

La Misión -les advierte el Señor a los discípulos- no será fácil; encontrarán oposición, hostilidad: «Cuando entréis en un pueblo y no os reciban… «; Sin embargo los poderes malignos, que predominan en este mundo, serán definitivamente vencidos por el avance del Reino de Dios. Veía a Satanás -les dice el Señor- caer del cielo como un rayo «.



Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

La verdadera reforma que necesitamos nace de la conversión a Jesucristo (I)


Somos igualmente conscientes de que no alcanzaremos más claridad ni mayor generosidad sin una conversión sincera al Señor y a su Evangelio, La reforma que verdaderamente nos capacite a toda la comunidad diocesana para ser «sus testigos» en todos los aspectos de la vida personal y comunitaria -transformación de las personas, renovación de la acción pastoral, etc.- será la que nazca de la conversión a la persona de Jesucristo. Por eso hemos iniciado el camino sinodal con espíritu de penitencia y haciendo examen de conciencia. Los criterios para orientar la renovación a la que nos sentimos llamados, no los buscamos primariamente en las técnicas, psicológicas y sociológicas -siempre útiles-, que estudian el comportamiento de los grupos, etc., Sino en la Palabra de Dios acogida con fe y confianza en comunión con la Iglesia. Esa palabra -palabra de la verdad-, aplicada a la vida, iluminará el itinerario de la verdadera renovación diocesana.


Antonio María Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid
15 octubre 2003

al ritmo de la semana


Peregrinar a Santiago

Este año la Festividad del Apóstol Santiago, Patrono de España, tiene la peculiaridad de caer en Domingo. Y por ello, se celebra el Año Santo Jacobeo. Si desde la Edad media no han dejado de celebrarse peregrinaciones a Compostela para mar ante la tumba del Apóstol Santiago, en la actualidad las peregrinaciones jacobeas están cobrando nuevo vigor, nueva fuerza y nuevo impulso.

Caminar es una experiencia primordial, que permite al hombre liberarse de un determinado lugar y alcanzar nuevas tierras y nuevas metas. La peregrinación a Santiago -andando en todo o, a lo mejor, en una parte del camino forma parte de esa experiencia. Porque el caminar ayuda a la reflexión, al encuentro consigo mismo y al encuentro con Dios en la contemplación de las bellezas naturales en los diversos y bellísimos paisajes de la ruta jacobea y en el interior del corazón humano. Si se peregrina en compañía es también encontrarse con los otros. Porque peregrinar es alejarse del desierto del pecado y avanzar, de etapa en etapa, hacia el encuentro con Dios. Vestirse de peregrino -capa santiagüeña, concha y bordónes revestirse de la caridad y de las demás virtudes. Y llegados a Santiago, abrazar al Apóstol es quererse identificar con su vida de servicio a Dios hasta entregar la vida por los hombres. Poner la mano en el hueco de la columna es adherirse a la fe de la Iglesia. Contemplar la catedral es descubrir la incomparable belleza del mundo espiritual y trascendente, de la gloria de Dios, Hacer una ofrenda es sacrificar los deseos mundanos de consumismo y manifestar el compromiso de ayudar a los más pobres y necesitados.

Peregrinar a Santiago y ganar el jubileo. A eso nos invita este año el Apóstol en su fiesta. Se viene haciendo desde los albores del siglo X desde todos los rincones de Europa. Continuar esta tradición es una manifestación más de las raíces cristianas de Europa. No dejemos que se sequen.



Rafael del Olmo Veros

Para la Semana

Lunes 3:

Oseas 2,16.17b-18,21-22. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo.
Mateo 9,18-26. Mi hija acaba de morir, pero ven tú y vivirá.

Martes 3:
Santa María Goretti (1890-1902), virgen y mártir, murió apuñalada por defender su castidad.

Oseas 8,4-7.11.13. Siembran vientos y cosechan tempestades.
Mateo 9,32-38. La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos.


Miércoles 3:

Oseas 10,1-17-8.12. Es tiempo de consultar al Señor.
Mateo 10,1 Id a las ovejas descarriadas de Israel.

Jueves 3:

Oseas 11,1-4.8c-9. Se me revuelve el corazón.
Mateo 10,7-15. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis

Viernes 3:

Oseas 14,2-10. No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos.
Mateo 10, 16-23. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre

Sábado 3:

Isaías 6,1-8. Yo, hombre de labios impuros, he visto con mis ojos al rey y Señor de los
ejércitos.
Mateo 10,24-33. No tengáis miedo a los que matan al cuerpo.