Comentario Pastoral
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

La Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos, celebrada en medio del calor estival a mediados de agosto es como un soplo de frescura y de aire limpio, que nos llena de inmensa alegría. Esta solemnidad nos orienta hacia el destino final del creyente, destino de vida y de comunión. El sentido religioso hace más vivo el sentido de la vida más allá de la muerte, del encuentro con Dios, de la asunción con él.

María es la presencia de Dios entre nosotros, que lleva dentro de sí a Cristo. María es la mujer del Apocalipsis, el arca, el cielo, el vientre bendito, la sierva del Señor. Dios se hace hombre y en María el hombre es llamado a la comunión con Dios.

María es el signo vivo de la presencia de Dios en medio de la humanidad y el arca de la nueva alianza; por eso su figura es favorable a la de la Iglesia, que debe ser semilla, pobre y consagrada a Dios como María.

La Asunción es la celebración de la recuperación total en Dios del existir humano. María es el signo y la anticipación de nuestro destino de gloria. Por eso la esperanza de nuestra asunción debe acompañar el oscuro camino en el desierto de la existencia cotidiana y en la agonía última de la muerte.

El leccionario de la Misa del día está construido sobre una serie de antítesis. La primera lectura presenta el contraste entre el bien y el mal (el hijo y el dragón). La segunda lectura contrasta la vida y la muerte. Y el evangelio marca la diferencia entre pobreza y poder- La liturgia de este día es un mensaje de esperanza, sabiendo que triunfará el bien, que la vida aniquilará la muerte, que la pobreza vencerá a los soberbios y potentes.

María es primicia de los redimidos, imagen de la Iglesia de María, como la Iglesia salvada por Cristo, da a luz a su vez al mismo Cristo, que crece con la Iglesia hasta llegar a incorporar y recapitular el universo.

Al celebrar la Asunción de María creemos que nosotros y el mundo caminamos a una transformación y glorificación que ya ha sucedido en María. Por eso su «Magnificat» es canto de fe en la acción transformadora de Dios y modelo para nuestra oración cristiana, porque es plegaria bíblica, esencial, concreta, cristológica y universal, que alumbra nuestra fe e ilumina nuestra esperanza.


Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Apocalipsis 11, l9a; 12, 1. 3-6a. l0ab

Sal 44, l0bc. 11-12ab. 16

san Pablo a los Corintios 15, 20-27a

san Lucas 1, 39-56

Comprender la Palabra

Como la Concepción Inmaculada de María, así también la Asunción Gloriosa en cuerpo y alma al cielo está implícitamente revelada por Dios. Nunca podrá ser conocida como dato histórico verificable.

La Iglesia ha llevado, en el curso de los tiempos, en la entraña de su Fe -la Fe de la Iglesia-, esta Revelación sobre María y la ha ido desentrañando en su reflexión, en su plegaria, en sus celebraciones, por la acción del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia hasta el conocimiento de la Verdad plena. El 1 de Noviembre de 1950 el Papa Pío XII declaró y definió solemnemente lo que era Fe de la Iglesia de todos los tiempos.

En la Sagrada Escritura, en las Lecturas Bíblicas, que hoy escuchamos, la Asunción-Glorificación de María está insinuada, v.gr., en el Libro del Apocalipsis (1ª Lectura): «Se abrieron las puertas del Templo Celeste y dentro de él se vio el Arca de la Alianza» -María es invocada como el Arca de la Alianza, pues Ella llevó en su seno a quien es la Alianza nueva y eterna de Dios con su pueblo. Y sobre todo está insinuada la Asunción- Glorificación de María en «la Mujer, vestida de sol, la luna por pedestal, coronada de doce estrellas … que da a luz un Varón, destinado a gobernar a los pueblos».

«La Mujer» simboliza al Pueblo de Dios, Israel, el Pueblo de las Doce Tribus (las doce estrellas), cuya razón de ser fue dar a luz al Mesías (Cristo); y es también símbolo de la Iglesia, el Nuevo Israel, cuya misión es dar a luz a Cristo en medio del mundo; y es principalmente María, la Hija de Israel por excelencia, la Imagen acabada de la Iglesia, por quien nos vino Cristo, el Fruto bendito de su vientre.

Las palabras elogiosas de Isabel a María en su Visitación (Lectura del Evangelio) van más allá de lo que Isabel podía imaginar. Por su Asunción- Glorificación María es «bendita entre todas las mujeres», pues en Ella, como dirá en su Cántico de Alabanza, «el Señor ha hecho obras grandes».

La Entronización del Mesías-Cristo en su Reino Gloriosa conlleva la entronización de María, como dice el Salmista: «De pie a tu derecha está la Reina, enjoyado de oro».

El Apóstol (2’Lectura) se refiere a nuestra resurrección en Cristo y dice: «Primero Cristo, como primicia, después, cuando Él vuelva, todos los cristianos… «. Pero María se nos ha anticipado en seguimiento de Jesucristo su Hijo.

Misa vespertina de la Vigilia

También en las Lecturas Bíblicas de la Misa de la Víspera de la Asunción de María encontramos presagios del Misterio, que celebramos: su Glorijicación.

En la Lectura del Evangelio escuchamos doble alabanza a María en forma velada Michoso el vientre, que te llevó y los pechos, que te criaron «-exclamó una mujer, entusiasmada por lo que Jesús estaba diciendo. Y Él le contestó: «Dichosos (nadie más que Maria) los que escuchan la Palabra de Dios v la cumplen».

También podemos ver insinuada la Asunción de María en la 1ª Lectura, en la que se nos describe la Traslación procesional del Arca de la Alianza, en tiempos del Rey David (unos mil años antes de Cristo).

María, asunta, subida, a la Gloria del Cielo, es «el Arca», que contuvo en su seno al Señor; «el Arca de la Alianza Nueva y Eterna»,

En María se ha cumplido ya, anticipadamente, lo que el Apóstol nos anuncia en la 2ª Lectura y esperamos que se cumpla.



Avelino Cayón


celebrar mejor


Pregón de la Asunción de la Virgen

Exulten los coros de los ángeles,
exulten la multitud de los santos.
Acojan con fiesta a su Reina
entre el júbilo de todo lo creado.

Alégrese la Iglesia todavía peregrina
y cante alabanzas a Dios Padre todopoderoso:
porque ha hecho grandes cosas en la humilde Sierva
elevada al trono real del Hijo.

Esta es la Pascua de la Virgen Madre,
que sube en cuerpo y alma a la gloria de los cielos,
primicia luminosa de la Iglesia futura,
que tendrá cumplimiento perfecto en el Reino.

Éste es el día en que el nuevo Adán,
vencedor del pecado y de la muerte,
enaltece junto a sí a la nueva Eva,
su obediente y generosa compañera.

Hoy la Virgen Madre de Dios,
inmaculada en su concepción,
intacta en el parto virginal,
triunfa sobre la corrupción del sepulcro.

Oh día festivo de bodas:
la excelsa Hija de Sión,
se presenta al Esposo, al Señor,
adornada de pura belleza.

Oh día de esperanzas supremas:
hoy se ha encendido en el cielo la Estrella
que nos señala el camino a todos
con los rayos suaves de la luz divina.

Éste es el día de paz y esperanza,
que ve cómo la gloria del Hijo adorna a la Madre,
mediadora de gracia,
inclinada sobre los pasos de todos sus hijos.

Acoge, oh Dios, nuestra oración,
en este día de fiesta
brille también en nosotros aquella luz
que refulge plenamente en Maria.

A tí, Dios Padre, toda alabanza y gloria,
que vives y reinas con Cristo tu Hijo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.


Para la Semana

Lunes 3:
San Esteban de Hungría (969-1038), rey justo y piadoso,

Ezequiel 24,15-24. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho.
Mateo 19,16-22. Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, así tendrás un tesoro en el cielo.

Martes 3:

Ezequiel 28, 1 – 10. Eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses.
Mateo 19,23-30. Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.

Miércoles 3:
En Madrid Beato Nicolás Factor (1520), presbítero, predicador en Valencia y Cataluña, confesor en las Descalzas Reales de Madrid.

Ezequiel 34,1-11. Libraré a mis ovejas de sus fauces para que no sean su manjar.
Jueves 3:
San Juan Eudes (1601-1680), presbítero, destacó por su devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. 0 San Ezequiel Moreno (1848-1906), obispo, desarrolló un celo apostólico excepcional en Colombia.

Ezequiel 36,23-28. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu.
Mateo 22,1-14. A todos los que encontréis convidadlos a la boda.


Viernes 3:
San Bernardo (1090-1153), abad de Claraval, recorrió los caminos de Europa, predicando paz y unidad.

Ezequiel 37,1-14. Huesos secos, escuchad la palabra del Señor. Os haré salir de vuestros sepulcros, casa de Israel.
Mateo 22,34-40. Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.


Sábado 3:
San Pío X (1835-1914), papa, humilde y bondadoso, recorrió todos los grados de la jerarquía.

Mateo 23,1-12. No hacen lo que dicen.
Ezequiel 43,1-7a. La gloria del Señor entró en el Templo.