Comentario Pastoral
DIOS Y EL DINERO

En los textos bíblicos de este domingo XXV del tiempo ordinario encontramos una clara enseñanza de Jesús sobre el dinero y otra del profeta. Amós sobre el comercio injusto. Hoy, por lo tanto, los temas son de palpitante actualidad, pues lo económico afecta a todos.

Vivimos en una sociedad de la abundancia, de¡ consumo, del desperdicio. Cada año aumenta la producción de automóviles, de televisores y frigoríficos y suben los índices del desarrollo económico de un país. Sin embargo, también aumentan las estadísticas del paro y decrece el poder adquisitivo de muchos. El progreso y los rascacielos están cercados por el hambre y las chabolas.

Amós, profeta incisivo, condena a los ricos comerciantes de su tiempo que pensaban solamente en enriquecerse a causa de los pobres, explotándolos. Qué importante y funesta ha sido siempre la falta de ética en el comercio, la violación de la justicia social, el fraude en vender como bueno lo malo, el aceite de colza como aceite de oliva, alcohol químico adulterado como vino de buena cosecha. La sed insaciable de dinero a costa de lo que sea, el engaño y la explotación de los más pobres no se pueden tapar nunca con una falsa religiosidad y unas limosnas en el templo.

La parábola del administrador injusto no es la canonización de un sinvergüenza. En ella lo que se alaba es la habilidad gerencial de quien ha caído en desgracia y quiere asegurar su futuro; se alaba el empeño por saber afrontar una situación nueva. El cristiano debe tener esta inteligencia y habilidad para acoger la novedad del Evangelio, como gran bien por encima de los restantes bienes de su vida, para evitar equívocos, el resumen de la enseñanza de Jesús es que el problema económico no es el primer problema del hombre, pues el servicio de Dios está por encima de los otros servicios. El dinero puede ser un buen servidor, pero es un mal patrón. «No se puede servir a Dios y al dinero». De ahí la alta sabiduría de saber ganar, gastar, compartir, y despreciar el dinero.


Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
La promesa de ver a Dios supera toda felicidad. En la Escritura, ver es poseer. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir».

S. Gregorio de Niza


Palabra de Dios:

Amos 8, 4-7

Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8

Timoteo 2, 1-8

san Lucas 16, 1-13

Comprender la Palabra

La Parábola del Administrador Injusto (Lectura del Evangelio), que escuchamos este Domingo, la sitúa el Evangelista San Lucas a continuación de la Parábola del Hijo Pródigo, que escuchábamos el Domingo pasado; quizá porque se parecen ambos personajes; también el Administrador Injusto -como el Hijo Pródigo- «derrochaba los bienes» de su amo.
La Parábola debió ser muy comentado, en los primeros tiempos, sí tenemos en cuenta las conclusiones acumuladas. La Parábola tiene su conclusión: «Y el amo felicitó al Administrador Injusto por la astucia, con que había procedido».
Las otras cuatro o cinco conclusiones añadidas son enseñanzas de Jesús, pronunciadas en distintas ocasiones y colocados a continuación como corolario, porque ayudan a entender diversos puntos de vista de la Parábola. Sin embargo la última conclusión «No podéis servir a Dios y al dinero… » apenas tiene que ver con la Parábola.
Contrasta la enseñanza de Cristo «Ganaos amigos con el dinero injusto… » con la severa censura del Profeta Amós (1ª Lectura) contra los que «exprimen al pobre y despojan o los miserables»: «Jura el Señor -les dice- que no olvidará jamás vuestras acciones»
Pero ¿dónde esto el centro de interés de la Parábola? ¿Qué hizo el Administrador Injusto para merecer la felicitación del amo? (en el fondo, de Cristo).
Las cantidades, que el Administrador Injusto descuenta de los recibos de los acreedores del amo, no es dinero debido al amo, no van robo añadido al «derroche». Las cantidades descontadas son la comisión, que el Administrador se cobraba, según costumbre, por la gestión de los bienes del amo. Renuncia pues el Administrador a percibir lo que en derecho le pertenece para conseguir lo que pretende: que «cuando el amo lo eche de la administración, encuentre -entre los acreedores del amo agradecidos- quien lo reciba en su casa».
La conclusión inmediata de la Parábola será: Es digno de la felicitación del Señor saber renunciar a tantas cosas licitas para conseguir lo mejor, lo que más vale (el Reino – proyecto- de Dios).



Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

Vemos la necesidad más urgente: Salvaguardar la base espiritual que nos hace personas (I)


Para apreciar el valor de este servicio vale la pena recordar una vez más de la mano de la exhortación La Iglesia en Europa lo que está en juego con nuestro gran objetivo sinodal. Nos encontramos ante una sociedad marcada por el inmanentismo y por una especie de agnosticismo práctico e indiferencia religiosa, carente de base espiritual, que parece haber olvidado la fe cristiana que la ha configurado durante siglos; una sociedad asustada y temerosa ante el futuro, que renuncia a tener hijos y a transmitirles los valores, trascendentes provenientes de la verdad sobre Dios y sobre el hombre que la recta razón y la revelación dan a conocer. De ahí que sea frecuente la relativización de la moral separándola de la fe que le da fundamento; se desconciertan las relaciones humanas, y en especial la familia, sin referencias ciertas que las salven de la fascinación y el vaivén de los intereses materiales.


Antonio María Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid
15 octubre 2003

al ritmo de la semana


San Mateo – 21 septiembre

San Mateo es una figura familiar, entre los Apóstoles. Se encuentra en la lista de los Doce: en séptimo lugar en Marcos (3,18) y Lucas (8,15) con el nombre judío de Leví, y en el octavo en Mateo (10,3) y Hechos (1,13). Su veneración en Roma se remonta al siglo V. Su misma vocación constituye uno de los episodios más populares de la vida de Jesús, en razón de la personalidad del llamado: un recaudador de impuestos. Los judíos de la estricta observancia le dejaban al margen de sus relaciones. Por eso llama la atención tanto la llamada de Jesús como la respuesta de Mateo: «El se levantó y lo siguió»- Después el banquete de la amistad, en el que el publicano, convertido en apóstol reúne en torno a su mesa, junto con Jesús, a sus amigos antiguos y nuevos, donde se oye la voz del Señor: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

El símbolo de su evangelio, escrito en arameo hacia el año 42, es el hombre, porque según San Jerónimo su comienzo es originado casi por el hombre: la genealogía de Jesucristo… Al probar que Jesús es el Mesías, Mateo se dirige sobre todo a los lectores palestinos, dando por conocidas sus costumbres y ambiente, para demostrar el cumplimiento de las Escrituras. Evangelizó Persia y Etiopía, donde llegó a convertir a la hija del rey, Ifigenia, venerada hoy como santa virgen, sufriendo el martirio.

«En la misión de tu Hijo unigénito nos has revelado tu amor por los hombres y, misericordioso, has llamado a los pecadores a sentarse en el banquete del reino. Mateo respondió generosamente, acogiendo feliz al maestro en su casa y, renovado por este encuentro de la gracia, se convirtió en anunciador de tus maravillas» (Misal Ambrosiano).


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
San Andrés Kim Taegon y San Pablo Chong Hasang, mártires de Corea, a principios del siglo XIX. En este siglo hubo 103 mártires de toda edad y condición social.

1 Timoteo 4,12-16. Cuídate tú y cuida la enseñanza; así te salvarás a ti y a los que te escuchan. Lucas 7,36-50. Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor.
Martes 3:
San Mateo, apóstol y evangelista, cobrador de impuestos cuando Jesús te llamó.



Efesios 43-7.11-13. Él ha constituido a unos apóstoles, a otros evangelizadores.
Mateo 9,9-13. Sígueme. El se levantó y lo siguió,


Miércoles 3:
El libro de los Proverbios es un florilegio de sentencias y reflexiones nacidas de la sabiduría popular, de la experiencia y pensamiento religioso del pueblo de Israel

Proverbios 30,5-9. No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan.
Lucas 9,1-6. Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos.

Jueves 3:
El Eclesiastés es una obra de un sabio judío del s. III a. C. que expone su pensamiento sobre el mundo, todo lo relativiza, pero nunca pierde la fe en Dios.



Eclesiastés 1,2-11. Nada hay nuevo bajo el sol.
Lucas 9,7-9, A Juan le mandé decapitar yo ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?


Viernes 3:

Eclesiastés 3,1-11. Todas las tareas bajo el sol tienen su razón.
Lucas 9,18-22. Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.


Sábado 3:

Eclesiastés 11,9-12.8. Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que el polvo vuelva a la tierra y el espíritu vuelva a Dios.
Lucas 9,43-45. Al Hijo del hombre, le van a entregar. Las daba miedo preguntarle sobre el asunto.