Job 38, 1. 12-21; 40, 3-5; Sal 138, 1-3. 7-8. 9-10. 13-14ab ; san Lucas 10, 13-16

Según leo en los periódicos hoy se aprueban los mismos derechos en España a las parejas (matrimonios me gusta más decir) homosexuales que heterosexuales, en nombre de la mayoría y el consenso. A lo mejor no es cierto, no porque no me fíe de la prensa, sino porque se va imponiendo es este país la manía de decir una cosa por la mañana y desmentirla por la tarde y aquí no ha pasado nada.

Está bien lo del consenso como una nueva ley de Dios. Habría que llevarlo a sus últimas consecuencias pues uno tiene que ser fiel a sus principios. Pondré unos ejemplos.

– Mi parroquia debe tener unos dieciocho mil bautizados, sólo vienen a la Misa dominical unos dos mil: en nombre del consenso suprimiré las Misas y las celebraré cuando tenga nueve mil una peticiones. ¡Qué de fines de semana libre!.

– En mi casa vivimos dos (sin hacer de menos a mi perra, no sea que alguna asociación ecologista me denuncie por “animalofobia”), y el otro día votamos que pagar impuestos no nos aporta nada: Luego, en nombre del consenso, me declaro objetor fiscal y ¡que pague Rita!.

– En este barrio la vivienda ha subido muchísimo. Se construyen un montón de pisos, pero son carísimos para los jóvenes de este barrio. Cuando vengan los nueve mil uno a Misa votaremos la patada en la puerta y de “okupas”: seguro que ganamos la votación y –como es en nombre del consenso-, que se fastidien las constructoras.

– Cuando voy en Metro o en autobús veo a mucha gente nerviosa, seguramente por no poder fumar un cigarrito durante el trayecto. A partir de ahora voy a llevar un montón de papelitos y una urna bajo el brazo y, como salga que sí, a fumar como locos. ¡Que se fastidien los asmáticos y los fumadores pasivos esos!.

– También habría que modificar la futura ley de eutanasia. Vale que haya gente que se quiera morir, pero conozco a bastante más gente que no quiere. Que se prohíba por ley el morirse cuando uno no quiera (ni por supuesto los que le quieren: viva el consenso); ¡Y exijo su cumplimiento!.

Basta de tonterías. “¡Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en ceniza.” Seguramente por nuestros silencios (el “silencio de los buenos”), tendremos que escuchar estas palabras.

No citaré más por espacio del comentario, pero léete las preguntas de la primera lectura y respóndete si Dios existe por consenso o, como Job, tendrás que decir: “Me siento pequeño, ¿qué replicaré?”

Hoy es Santa Teresa del Niño Jesús que tanto nos enseña de ser pequeños delante de Dios (la infancia espiritual) con un corazón y un alma universal, aprende a que ninguna situación –por muy lejana o distante que te parezca en el pequeño mundo de tu vida o tu familia-, te es ajena y Dios te pedirá cuentas.

Le pido consejo a nuestra Madre la Virgen (Madre de todos, hasta de los que niegan a Dios, le desprecian o se creen mejor que Él) para elegir adecuadamente: Hoy podía haber hecho un comentario sobre salvar a las ballenas y llenar un folio o escribir sobre salvar a una persona y no perder mi alma, pero aquí estamos, nadando contracorriente, aunque se me enfade el consenso.