san Pablo a Tito 3, 1-7; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 ; san Lucas 17, 11-19

Parece que se quiere caldear el ambiente, se habla de manifestaciones, concentraciones, recogidas de firmas, presiones y tácticas de la Iglesia de España contra el gobierno y viceversa. Son asuntos discutidos y discutibles y que no son el motivo del comentario: la enseñanza religiosa escolar, las leyes injustas contra la vida, el matrimonio, la familia, etc. ¿Qué hacer? No sé, los derechos de los ciudadanos están bien claros y todos podemos usarlos.
“Querido hermano: Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan, que estén dispuestos a toda forma de trabajo honrado, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo.” Tal vez a alguno estas palabras de San Pablo le inquieten y a otros les llene de satisfacción. A lo mejor alguno piensa: “seamos dóciles y quedémonos en nuestras iglesias a rezar por el cambio de la sociedad, sin meternos en más problemas.” Justamente ese es el problema. Los cristianos de los primeros siglos no vivieron en una sociedad mejor que la nuestra, es más, tuvieron muchísimos más problemas en un ambiente mucho más agresivo, que no los condenaba al ostracismo sino a los leones o la cruz. El problema es que los cristianos nos sintamos cristianos en la iglesia o en las manifestaciones, pero se nos “olvide” ser cristianos en la familia, en el trabajo, en las diversiones, en la caridad, a la hora de pensar nuestro voto, en nuestras lecturas, en el momento de ver la televisión, en nuestra comunidad de vecinos o en la cama.
Nos acercamos a Jesús cuando estamos realmente mal o necesitamos “sus instalaciones” para bodas, bautizos, funerales, o hacer nuestro “grupito,” entonces no dudamos en gritar: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.” Pero una vez solucionada la situación “si te he visto, no me acuerdo.” No tengo nada en contra de las manifestaciones (aunque me agobian las multitudes) pero ¿cómo podemos preguntarnos si tenemos que salir a la calle los cristianos? ¡Los cristianos ya estamos en la calle!. Una mínima parte de los cristianos y cristianas (que dirían los gobernantes respetando los géneros) reciben la vocación de apartarse del mundo, pero el resto estamos en medio del mundo, formando parte de una sociedad que tenemos que trasformar según Cristo.
Pregúntate en tu lugar de trabajo, en tu comunidad de vecinos, entre tus amigos y en tu familia :¿cuántos no están bautizados “con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo”?. Seguramente casi todos estén bautizados, aunque no vivan como creyentes (“íbamos fuera de nuestro camino; éramos esclavos de pasiones placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos los unos a los otros.”), y no vuelvan nunca “para dar gloria a Dios.” Pues recuérdales (recuérdate) “la bondad de Dios y su amor al hombre,” para que cambien de vida y entonces no nos manifestaremos sino que será manifiesto el amor de Dios a todos los hombres en Cristo Jesús.
Santa María, mujer eucarística, ayúdanos a todos los cristianos a ser “eucaristía” -acción de gracias-, a Dios con nuestra vida. ¿Cómo salir a la calle, si ya estamos en ella?.