Isaías 7,10-14; Sal 23, 1–2 3-4ab. 5-6; San Lucas 1,26-38

Aunque a algunas personas los sacerdotes les parezcan “inmovilistas” hace tiempo que muchos tenemos que llevar el móvil encima para que nos localicen en cualquier momento. (Lo de “tenebrosos” debe ser por el color oscuro de la ropa, aunque los obispos se ponen fajín rosa y no son jaleados por el colectivo gay, a ver si sale Zerolo en su defensa). Pero volvamos al teléfono móvil, se ha puesto de moda el mandar distintos mensajes (casi siempre ofensivos para alguien o convocando a distintos actos de dudosa procedencia que terminan con la palabra: ¡Pásalo!. Soy incapaz de pasar esos mensajes (me faltará un gen de esos) pero si conozco alguna noticia interesante me gusta comentarla de viva voz y no con un frío mensaje al que además le suelen faltar vocales, se escribe k en vez de q y equis que, según estén en un sitio o en otro, se leen de una manera u otra.
“Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre “Dios-con-nosotros.” Esta sí que es una noticia que tendríamos que acabar diciendo: ¡Pásalo!. A lo mejor piensas: ¡Eso ya lo sabe todo el mundo!. Sin embargo, a veces la vida hace que se nos olvide lo evidente. El otro día preguntaba a setenta niños de catequesis de infancia cuántos bendecían la mesa el día de nochebuena. De los setenta sólo en cuatro familias se bendecía la mesa. Seguro que no se les olvida al resto los langostinos, la sidra, el turrón y la pandereta, pero se les ha olvidado el por qué de esa cena especial, a quién celebran. Por eso: ¡Pásalo!. Quedan pocos días para celebrar el nacimiento de Cristo y a muchos les pasará desapercibido. En muchos espacios de televisión se ha sustituido la figura del niño Jesús por ramas de acebo, regalos con lazo o enormes pelotas plateadas (¡manda ídem!) y eso a muchos les dice: “Es navidad.” Algunos dirán que ya estamos los cristianos queriendo imponer nuestra visión de la Navidad, que somos unos cerrados de mente y poco tolerantes con los que celebran “la navidad a su manera.”
No sé si es intolerancia pero a mí no se me ocurre celebrar el año nuevo chino, ni dejar de comer durante el Ramadán, ni comentarle a mi Obispo que me tomo los sábados libres en solidaridad con el pueblo judío y por eso no voy a exigirles que cambien el nombre o la forma y manera de celebrar sus fiestas. Sin embargo, parece que lo cristiano -parece ser que en Europa no tenemos raíces de esa religión-, se puede usar, estrujar, maltratar, deformar e insultar y cuando un cristiano se molesta le llamamos extremista o rancio.
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” La Navidad es la fiesta de la encarnación de la segunda persona de la Santísima Trinidad: ¡Pásalo!. Sin el “Hágase” de la Virgen no hay Navidad: ¡Pásalo!. Si vives al margen de Cristo no hay Navidad: ¡Pásalo!. Si Cristo no nos hubiera redimido no habría Navidad: ¡Pásalo!. Si has arrinconado a Dios en tu vida diaria no hay Navidad: ¡Pásalo!.
Si has perdido la Navidad haz un rato de oración ante el Belén (sin la figura de Jesús ), y pídele a Santa María y a San José que te ayude a reencontrar la verdadera natividad del Señor.