Sofonías 2, 3; 3, 12-13; Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10; san Pablo a los Corintios 1, 26-31; Mateo 5, 1-12a

“Bebiendo un perro en el Nilo, al mismo tiempo corría. ¡Bebe, quieto!, le decía un taimado cocodrilo. Contestóle el perro prudente: Dañoso es beber y andar, pero es más sano que aguardar, a que me claves el diente. …” Así comenzaba la primera poesía que me hicieron aprender de memoria (¡Ah!, la memoria, cada día más frágil y mas vituperada), y a pesar de los años que han pasado aún no me creo que los perros y los cocodrilos se entretengan en animadas tertulias, aunque sea en el fascinante mundo de los faraones. La poesía y la fábula suelen ser muy bonitas, pero bastante poco reales, aunque se aprendan lecciones morales: las llamadas moralejas.
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” Las bienaventuranzas también me las aprendí de memoria (¡qué tiempos de represión a la creatividad!), pero jamás las consideré una fábula o un ramalazo poético de nuestro Señor. Después llegaron los estudiosos y los “sabios” y me hablaron de la “utopía cristiana,” -preciosa, pero irrealizable-, del sentido para interpretar las Escrituras, de las diversas fuentes, etc. …quedando el discurso de la montaña en una especie de fábula que animaba a ser buenos, pero sin exagerar. En definitiva, la “dicha” se convirtió en una tímida sonrisa, el “estad alegres y contentos” en cierta autoestima y entregar la vida se transformará en un alquiler de trocitos de existencia. Muchos “sabios” y “prudentes” nos echarán en cara la “cruda realidad” (que sería mejor llamar poltronería): “¿cómo intentar ser pobre de espíritu en esta sociedad consumista?”, “¿para qué sirve esforzarse, llorar con los que lloran, ser justos o tener misericordia si nunca te lo agradecerá?”, “¿cómo mantener limpio en corazón entre tanta ponzoña?”, “si quieres trabajar por la paz ponte alguna vez detrás de alguna pancarta y ya está” y ¿Para qué hacerse notar y dejar que te insulten o persigan? simplemente intenta ser bueno y no te hagas notar.” Todas estas “razones” nos pueden inundar el alma, pero ante tanta “sabiduría” hay remedio.
No olvidemos que estamos en año eucarístico. Busca un sagrario, ponte de rodillas ante el Señor en la Eucaristía “que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención” y exponle tantas “razones” que enturbian tu entrega y te darás cuenta de que sólo estas buscando tu gloria y tu justificación pero “como dice la Escritura: el que se gloríe que se gloríe en el Señor.”
“Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios.” No te importe parecer “despreciable” por vivir el evangelio y “busca al Señor, busca la justicia.” Encontrarás la verdadera felicidad en Dios. No una alegría “light” sino la que nace del corazón enamorado y entregado. Tú necesitas la felicidad, el mundo necesita ver gente verdaderamente dichosa, y eso sólo se consigue si confiamos en la Gracia de Dios y vivimos las bienaventuranzas.
Por cierto, aquella vieja poesía terminaba diciendo: “¡Oh, que docto perro viejo!, yo venero tu sentir, en eso de no seguir, del enemigo el consejo.” Nuestra Madre la Virgen no se buscó nunca a sí misma, acogió en su corazón la Palabra de Dios y se hizo vida. Pídele consejo.