Hechos de los apóstoles 17,15.22-18,1; Sal 148,1-2.11-12.13.14; san Juan 16,12-15

Algunos tristes usuarios del sistema Windows dicen de los usuarios de Mac que somos unos fanáticos. No es cierto, simplemente constatamos el hecho de que el sistema y ordenadores Mac son mucho mejores que los del Sr. Gates. Antes de ir a Fátima (ahora ya he vuelto), me trajeron un ordenador iMac que no arrancaba. La tentación era ponerme a destriparlo (para lo que no estoy preparado), decidí cambiarle el cable de alimentación y ¡Oh, maravilla!, funciona correctamente. En un PC hubiera sido la configuración de la Bios, la jerarquía de catálogos, un hardware irreconocible, etc. etc. … ¡Viva la sencillez que oculta la complejidad!.
“Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena.” Muchas veces nos puede venir la tentación de destripar a Cristo, el cristianismo, la Iglesia y al que se ponga por delante, sin estar preparados para ello. “Estar preparado” no significa ser doctor en teología, ni historiador del dogma, ni un erudito sabedor de nada. Tal vez estaban mejor preparados los analfabetos pastorcillos de Fátima que algunos teólogos que salen pavoneándose en los medios de comunicación y, por supuesto, que muchos “comunicadores.”
“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora.” Si me pongo a destripar un ordenador, a desenchufar cables de un lado y enchufarlos en otro, a cambiar una placa por otra,… sin tener mucha idea, seguramente ese cacharro no vuelva a funcionar en la vida o se convierta en una tostadora. A veces es mejor el “temor reverencial” de los que tienen miedo a tocar una tecla por no cargarse el ordenador, que los atrevidos que enseguida lo estropean. En la vida de fe pasa algo parecido. Muchos estudian cada palabra del evangelio, pero se olvidan de la Palabra que se hizo carne en las entrañas de María. Se denominan teólogos pero se sitúan contra su madre la Iglesia. Se autoproclaman profetas con su denuncia, pero no consentirán que se critique su vida. En el fondo no han experimentado a Dios sino que han “experimentado” con Dios y su revelación, cambiando un “cable por otro,” aguando los dogmas, relativizando la Verdad, apropiándose de lo que han recibido, de lo que no es suyo. Por eso me quedo con los pastorcillos de Fátima: simplemente obedecieron. Prefiero a mis viejecitas que se pasan horas ante el Sagrario y desgranan rosarios sin parar y se alegran por el Papa, sea el que sea, y por la bondad de la Verdad que conocen mucho más profundamente que otros. Elijo a los pobres, que no son utilizados como arma arrojadiza, sino depositarios de la asombrosa acción de Dios al que pueden llamar Padre con orgullo.
Esto no es una loa a la incultura. Hay que saber, estudiar y formarse, cuanto más mejor. Pero si el “cable de alimentación” no está unido a la Santísima Trinidad, al “espíritu de la Verdad que os comunicará lo que está por venir” sirve de poco o de nada. Podemos hacer una demostración de elocuencia, como Pablo en el Areópago, y ser tan poco eficaces como él. Trasmitirnos a nosotros mismos y no mostrar a Cristo crucificado y resucitado.
En Fátima hay mucha gente sencilla que se va a poner a los pies de la Virgen. También habrá grandes teólogos y sabios en lo humano. Pero nadie va allí a ver qué le dicen, van a estar con la Madre humilde, sencilla mujer de Nazaret, que se desvela por sus hijos, a la “llena del Espíritu Santo.” Haz tú también lo mismo.
Por cierto, si a alguno le quedan dudas. ¿Me convertí?. No sé, recé y puse mi miseria en sus manos. Que Dios haga lo que quiera y que yo quiera lo que Dios haga, como Ella.