Génesis 28, 10-22a; Sal 90, 1-2. 3-4. 14-15ab ; san Mateo 9, 18-26

El sábado celebré una boda rarísima. Para comenzar los cónyuges eran de distinto sexo (tal vez fuese un ramalazo homófobo, pero no quise investigar). Después, sin mediar ningún tipo de pacto de culturas y civilizaciones, cenamos juntos madrileños, vascos, extremeños, andaluces e incluso algún catalán. Se bailó el vals, algún chotis e incluso en los postres un bailarín se marcó un aurresku en honor de los novios, aunque no estaba bajo la atenta mirada del Lendakari. Curiosamente todos nos entendíamos y hablábamos la misma lengua. Me hablaron con orgullo (del auténtico) de sus ciudades de Vitoria, Cáceres, Sevilla y Madrid. Nadie se peleó, nadie reivindicó nada e incluso la gente se reía y estaba de buen humor. En definitiva, todo rarísimo. Me imagino que los novios estarán tristísimos de no haber conseguido el estupendo ambiente de la turbamulta que el sábado se dedicaba a insultar a la Iglesia, a los eclesiásticos y a burlarse del sentimiento religioso y moral de las personas bajo la bandera del arco iris. ¡Eso sí que debió ser un ambientazo!.

“Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo : «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»Se reían de él.” Se ve que el Señor está bastante acostumbrado a que se rían de Él, también lo harían cuando estuviese pendiendo de la cruz. Reírse de Dios es gratis e incluso seguramente encuentres una bandada de cretinos y necios que te aplaudan y te rían las gracias. ¡Qué orgullo el de ese que vestido de obispo portaba un báculo con una muñeca crucificada!. Eso es tolerancia, me imagino que la ministra de cultura le dará un puesto de asesor -o asesora-, en un nuevo ministerio para apostatar, que parece que también es una demanda social. Reírse de Dios es fácil, él no contesta a insultos desde la cruz , simplemente se entrega hasta por aquellos que se burlan de él. Se entrega por ti y por mí que tantas veces le negamos con nuestros pecados, se entrega por los que reniegan de él, por los que le atacan a Él y a su Iglesia. Abre la puerta de la misericordia hasta que demos nuestro último suspiro en esta tierra.

Si Dios se porta tan bien, hasta el final de la vida ¿Por qué seguirle día a día?. En primer lugar porque no sabemos cuántos días tenemos, en segundo lugar porque hay que aprender a conocer a Dios y, en tercer lugar y no menos importante, porque vivir junto a Dios es apasionante. “Cuando echaron a la gente, entró Él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie.” Los que se ríen de Dios son incapaces –hasta que no se arrepienten-, de conocerle y de darse cuenta de su bondad. En frase que muchas veces digo: “Ellos se lo pierden,” pero no me gustaría que nadie se perdiese el conocer a este Dios que se entrega, aunque nos riamos de Él; que es misericordioso, aunque nosotros seamos inmisericordes; que nos quiere a pesar de nuestro egoísmo.

En definitiva, que conozcamos a Dios que es “rarísimo,” tan raro que ha querido hacernos hijos suyos y nos ama intensamente, hasta el día en que nos presentemos ante Él y digamos nuestro sí o nuestro no definitivo.

Nuestra madre la Virgen sabe de amor, se ha ensanchado su corazón hasta que cabe en él toda la humanidad. Ayúdanos a escuchar, a pesar de los pesares, la palabra del Señor: “¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.” Aunque nos acerquemos a Él con vergüenza.