Sabiduría 7, 22-8, 1; Sal 118, 89. 90. 91. 130. 135. 175 ; san Lucas, 17, 20-25

Hay que reconocer que cada uno tiene sus manías. Una de las mías es, entre el caos de esta semana, ponerme a instalar una red wireless en mi parroquia. Está bien eso de quitar cables que recorren todas las paredes, pero cuando los lugares son grandes, hay que elegir un buen sitio para que la cobertura llegue a todas las partes necesarias. Además muros, tabiques, puertas, etc. Son un impedimento a la calidad de la señal. El cable tiene la ventaja de que enchufas y listo, la señal inalámbrica puede quedarse a mitad de camino y no sabes muy bien dónde. (Creo que hay unos cacharritos que lo miden, pero de momento no dispongo de ellos).
“El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.” Es cierto que muchas veces nos encantaría tener una “clavija,” enchufarnos y saber que ya somos de Cristo. Pero no es así. Tenemos que ponernos en el radio de acción de Cristo, Él ya se puso a nuestro alcance, y eso es mucho más de lo que podríamos desear. Tenemos que quitar muros, puertas cerradas y barreras que nos impidan “recibir” su señal.
No pienses que esos muros son exteriores, los “edificios” que te rodean. Cuánta gente se excusa en el ambiente para no acercarse a Cristo. “¡Uy! ¡No sabe usted!. Es que en mi familia, en mi barrio, en mi trabajo, en mi parroquia, ocurre que …” y a continuación se ponen una serie de obstáculos para vivir la fe y la moral cristiana. .¿Cómo van a tener hijos las parejas jóvenes? ¿Cómo voy a ir a Misa todos los domingos? ¿Cómo voy a sacar todos los días un rato de oración? ¿Cómo voy a hablarme con aquella persona tras lo que me ha hecho? ¿Cómo voy a vivir la caridad con la de problemas que tengo? No, no te engañes. Los muros no son los exteriores, las puertas y tabiques están en nuestro interior. Si entre Cristo, que se hizo hombre para estar con los hombres, y nosotros ponemos las interferencias de nuestro egoísmo, nuestra comodidad, nuestros intereses, en definitiva, nuestro pecado, nunca nos llegará la señal de la gracia. Los santos han vivido en ambientes muy complicados, nada cómodos, pero estaban en la “misma onda” de Cristo y por eso la “señal” que recibían era la del Señor.
Lee despacio la primera lectura de hoy, daría para trescientos comentarios. “La sabiduría es un espíritu sutil. (…) Siendo una sola todo lo puede; sin cambiar nada, renueva el universo; entrando en las almas buenas de cada época, va haciendo amigos de Dios y profetas.” O nos decidimos a tirar todos los obstáculos que nos impiden estar unidos a Cristo, o no nos quejemos de que actúa demasiado poco o muy débilmente. Eres tú el que no lo recibes, Él no deja de transmitir.
María te ayudará a instalar esa red íntima entre Dios y tú y, “aunque tengas que padecer mucho,” todo lo que recibas serán buenas noticias de Dios. Escuchad el “podcast.”