Sabiduría 13, 1-9 ; Sal 18, 2-3. 4-5 ; san Lucas, 17, 26-37

Seguimos con la mudanza, esto ya parece un “culebrón.” Cuando se van vaciando cajas parece mentira la de cosas que se encuentran, y que en unos cuantos años no te han hecho falta para nada. Al revés que la frase evangélica, aquí se encuentra sin buscar y casi todo acaba en la basura. Cosas que guardabas pensando que algún día te harían falta, han sido completamente innecesarias durante mucho tiempo, y cosas que pensabas extraviadas aparecen insospechadamente.
“A estos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados buscando a Dios y queriéndolo encontrar.” Esta época está llena de “buscadores,” (además de Google), de felicidad. Se ofrecen multitud de productos y artilugios que prometen la felicidad, pero sólo consiguen vaciarnos la cartera. Otras veces se ofrecen formas de vida que nunca llenan el corazón del hombre, es más, a veces lo vacían completamente y le hacen incapaz de amar. Tal vez algunos creen que ya conocen a Dios y les aburre. Hemos conseguido que Dios no sea la meta de nuestra vida e incluso a veces lo hemos convertido en un “obstáculo” para ser feliz. Sin embargo el ansia de búsqueda de muchos oculta, a veces demasiado, el anhelo de encontrarse verdaderamente con Dios.
Encontrarse de verdad con Dios. No debemos pensar que esto es para los “ateos redomados,” alejados de Dios, blasfemos y cuasi-endemoniados. No. Ojalá cada uno e nosotros nos encontremos verdaderamente con Dios. Leía ayer un artículo sobre Carlos de Foucauld, que será beatificado el domingo, en el que se citaban estas palabras suyas: “En cuanto creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él.” Eso es encontrarse de nuevo con Dios. Otra frase del futuro beato: “Hay tal diferencia entre Dios y todo lo que no es Él.” Encontrar esa diferencia es encontrarse con Dios.
Tal vez estemos contentos con nuestra idea de Dios, lo tenemos casi domesticado. Pero es necesario volvernos otra vez hacia el y descubrirle como Él es. No creas que es algo que puedas esperar sentado. Dios ya se ha manifestado, se ha dado ha conocer y se nos da cada día en la Eucaristía. No debes esperar que Dios tome la iniciativa y se muestre con un montón de efectos especiales. No, Dios ya nos lo da todo en la Iglesia para asombrarnos ante su presencia, para pasar e resto de nuestra vida descubriéndole y redescubriéndole. No podemos esperar. .”En tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre.” Dios nos ha dado tanto y a veces esperamos sentados a ver si nos damos cuenta de todo lo que nos da. ¿Qué le preguntarás a Dios cuando te presentes ante Él?, ¿Dónde te habías metido?. Tal vez te responda como el libro de la Sabiduría: “Si lograsteis saber tanto, que fuisteis capaces de desvelar el cosmos, ¿cómo no descubristeis antes a vuestro Señor?.
Buscadores de Dios, pero sabemos donde buscarle. No perdamos el tiempo, corre al lado de María y del Sagrario y descúbrele una vez más.