Eclesiástico 47, 2-13 ; Sal 17, 31. 47 y 50. 51 ; san Marcos 6, 14-29

Comprendo que es políticamente incorrecto, pero el tema da para mucho. Se ha estrenado una película, ya aclamada y premiada, sobre la vida de dos vaqueros. Ni la he visto ni la veré, pero algo he leído sobre ella. Ya nos son cowboys de esos que les gusta enfrentarse solos ante el peligro, estos prefieren algo de compañía y alejarse del peligro. La cuestión está en que estos vaqueros, que se casan y tienen hijos, de vez en cuando se van juntitos al campo. Claro, con paisajes tan bucólicos les apetece más tirar flores que tiros, y en vez de cabalgar por la llanura se dedican a mariposear de flor en flor. Es un canto a la doble vida, exactamente tienen una por delante y otra por detrás.
“El motivo era que Herodes se habla casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.” Herodes y Herodías llevaban una doble vida. Con el poder que tenían (como hoy algunos “lobbys”), querían demostrar ante la corte y el mundo entero que su relación era correcta, buena y digna (seguro que se querían), pero estaba Juan para fastidiarles, es decir, recordarles la verdad de su relación, que era perversa. El hombre no está llamado a tener una doble vida, se debatirá entre una y otra y vivirá en permanente tensión. Querrá destrozar todo lo que intente despertar su narcotizada conciencia y buscará siempre su justificación. La conciencia es difícil acallarla, pero cerrar la boca ( o cortar la cabeza), a quien te recuerda que estás llamado a vivir como hijo de Dios es mucho más fácil.
“Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista..” Lo de la bandeja siempre me ha preocupado, es un tanto sádico. Hubiera bastado con mandar matar a Juan. Pero lo cierto es que Herodías necesitaba ver que había vencido a su enemigo, sin sospechar que, por muchas cabezas que cortase, no podría acallar la voz de la verdad. Juan no era su enemigo, lo verdaderamente malo era su doble vida. Hoy hay muchos que quieren callar a la Iglesia y silenciar el Evangelio (o al menos muchos de sus pasajes). No se dan cuenta de que aunque amordacen a todos los cristianos del mundo y quemen todas las Biblias, ese no es su problema.
“Como la grasa es lo mejor del sacrificio, así David es el mejor de Israel.” La primera lectura del Eclesiástico es un canto al rey David. La Biblia no calla los pecados de David, los hemos escuchado estos días pasados. Pero David no tenía doble vida, cuando pecaba se arrepentía y se volvía otra vez hacía Dios. Muchas lágrimas le costó su vida. La Iglesia no se asusta del pecado, ni tan siquiera la escandaliza. Contamos con el pecado en nuestra vida, pero la solución del pecado no es acallar la conciencia. La solución es reconocerlo, volvernos con humildad hacia Dios y acudir a su misericordia. Entonces todo tiene solución. No hay pecado tan grave que no se pueda perdonar si nos volvemos al corazón de Cristo. Dios no cuenta con que seamos impecables, cuenta con que seamos humildes y no huyamos lejos de la verdad.
La Virgen miraría a los ojos de los que estaban crucificando a su hijo, y no sería una mirada de odio, sino de misericordia. ¿Piensas aún que hay algún pecado que más vale disculpar que perdonar?. Me voy a ver una película de John Wayne, para desengrasar.