Hechos de los apóstoles 17, 15.22-18,1; Sal 148, 1-2. 11-12. 13. 14; san Juan 16, 12-15

Espero que hoy le den a mi padre los resultados del TAC (“Tomografía Axial Computerizada,” la de “palabros” que usan los médicos). Así los médicos tendrán una imagen clara de la vida interior (no espiritual), de mi padre y podrán decidir cómo operar. Dicen los médicos que el TAC les ha facilitado mucho la vida, antes tenían que abrir y ver qué encontraban, ahora tienen una imagen clara de lo que se van a encontrar.

“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.” ¡Menudo escándalo!. Hay muchas personas que como digas que conoces la verdad te llaman totalitarista, antidemocrático y dictador. Cuando tantos dan vueltas y vueltas en torno a la palabra verdad, para que signifique mentira, Jesús dice que se puede llegar a la verdad plena. Parece que la verdad no sólo es que no se pueda conocer, sino que simplemente no existe. Se puede conocer mi verdad, tu verdad, la verdad del otro, pero la Verdad (con mayúsculas), no existe y si existe no se puede conocer. En el fondo Dios no existe y, si existiese, no lo podríamos conocer. Preferimos a ese “dios desconocido”, que no implica nuestra vida o al que podemos manipular a nuestro antojo. Sería algo así como si el médico no se fiase del TAC y, si lo que ve en él no le convence, abriese para cerciorarse de que la imagen ha sido bien tomada o asegurarse de que lo que hay en el interior del enfermo es lo que piensa que tiene que haber y no lo que la radiografía le indica.

“Quería que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban.” Parece que ahora muchos no quieren buscar pues creen que ya lo han encontrado todo. Siguiendo con el símil de los médicos, me imagino que antes de que existiesen los TAC, al ver un tumor en una radiografía luego tendrían que palpar para descubrir la situación exacta (a quien le hayan hecho un tacto rectal lo recordará con cierto desagrado), ahora ya no es tan necesario. De forma parecida antes se buscaba a Dios por sus obras, pero con Jesucristo y el envío del Espíritu Santo, ha sido Dios el que ha querido darnos una imagen clara de quién es Él. Ciertamente siempre superará nuestro corto entendimiento, pero sabemos que lo que conocemos es la verdad. Siempre habrá quien se niegue a conocer la verdad, pero no por eso deja de existir. Sería como quien no quisiera reconocer que tiene un tumor y piensa que esas radiografías salen siempre con manchas. Al final se morirá y se asombrará “con lo sano que estaba.”

En esta sociedad que quiere “saberlo todo,” parece que también se quiere ignorarlo todo, aunque eso no es nada nuevo. “Al oír “resurrección de muertos» unos lo tomaban a broma, otros dijeron: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión.” ¡Qué poquito hemos avanzado en veinte siglos!. Pero el que haya personas que quieran negar la verdad no significa que nosotros no sigamos profundizando en ella, dejando que el Espíritu Santo nos lo enseñe todo, y proponiéndola al mundo, aunque parezca que son pocos los que creen.

La Virgen no dudaba, guardaba las cosas en su corazón. Cuando lleguemos a la presencia de Dios sin duda nos asombrará, pero no dejemos que nos asuste por nuestra incredulidad.