Comentario Pastoral
SIN ESPERAR NADA

Por qué tanta gente vive secretamente insatisfecha’! ¿Por qué tantos hombres y mujeres encuentran la vida monótona, trivial, insípida’! ¿Por qué se aburren en medio de su bienestar’! ¿Qué les falta para encontrar de nuevo la alegría de vivir’! Quizás la existencia de muchos cambiaría y adquiriría otro color, y otra vida, sencillamente si aprendieran a amar gratis a alguien.
Lo quiera o no, el hombre está llamado a amar desinteresadamente. y si no lo hace, en su vida se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. No es una ingenuidad escuchar las palabras de Jesús: Haced el bien y prestad sin esperar nada. Puede ser el secreto de la vida. Lo que puede devolvemos la alegría de vivir.
Es fácil terminar sin amar a nadie de manera verdaderamente gratuita. No hago daño a nadie. No me meto en los problemas de los demás. Respeto los derechos de los otros. Vivo mi vida. Pero eso, ¿es vida? Despreocupado de todos, reducido a mi trabajo, mi profesión o mi oficio, impermeable a los problemas de los demás, ajeno a los sufrimientos de la gente, me encierro en mi campana de cristal. ¿Para qué? ¿Para encontrar mi felicidad’! Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente. En casi todo nos preguntamos: ¿Para qué sirve’! ¿Es útil’! ¿Qué gano con esto’! Todo lo calculamos y lo pedimos. Nos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene pagando: alimentos, vestidos, vivienda, transporte, diversión. y así corremos el riesgo de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio de servicios.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
¡Sé constante, cristiano generoso! Da y recibirás, siembra y cosecharás, esparce y recogerás No temas el dispendio ni te inquiete la incertidumbre de los rendimientos. Tu hacienda, bien administrada, aumenta. Ambiciona la justa ganancia de la misericordia y corre tras el comercio de las ganancias eternas. Tu bienhechor te quiere espléndido, y el que te da para que tengas, te manda que des, diciendo: Dad y se os dará. Has de aceptar con alegría la condición de esta promesa.



San León Magno, Tratado 17


Palabra de Dios:

Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13

Corintios 15, 45-49

San Lucas 6, 27-38

Comprender la Palabra

Después del a modo de Exordio -las cuatro Bienaventuranzas, seguidas de las cuatro Malaventuranzas-, que escuchábamos el Domingo pasado, el Evangelista nos introduce en el cuerpo del Discurso o Sermón del Llano (recopilación de enseñanzas de Jesús pronunciadas en distintas ocasiones).
¿Cuál debe ser la actitud, la reacción, el comportamiento, del discípulo de Cristo en las diversas circunstancias de su vida? Se trata de ser, no sólo de aparentar. El imperativo «sed… » es frecuente en el Discurso.
Evidentemente las enseñanzas de Jesús, muy concretas, van contra-corriente de lo que se hace, de lo que se dice, en este mundo. Ser tan extrañas a los ojos de este mundo que aparecen como impracticables, si no intolerables, hasta el punto de ser eliminados los que tan extrañamente se comporten. Pero también no deja de ser admirable, atrayente, tan elevado modo de vida.
El momento culminante de las palabras de Cristo, que hoy escuchamos en la Lectura Evangélica, es este: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo». En el fondo de estas palabras resuenan aquellas otras: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es Perfecto». Y también las palabras del Libro del Levítico: «Sed santos, porque Yo soy santo» Es decir; la santidad, la perfección (la realización del hombre según el proyecto de Dios) consisten en la compasión, la misericordia. Se trata de imitar al mismo Dios, que nos ha dejado su Imagen en Jesucristo su Hijo, el Compasivo.
En la acción caritativa del discípulo de Cristo transparece el mismo Cristo, Imagen viviente de Dios-Amor.
En la 1ª Lectura escuchamos un episodio de las relaciones azarosas entre Saúl y David; un episodio revelador de la astucia y al mismo tiempo de la generosidad del Rey David: alto ejemplo de respeto, perdón, caridad.

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Ceniza


La ceniza es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido figurado de humildad y penitencia. “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada. Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron de sayal, pequeños y grandes. Llegó la noticia al rey de Nínive: se levantó del trono, dejó el manto, se vistió de sayal y se sentó en tierra» (Jon 3,4-6). Muchas veces se nombra la ceniza junto al «polvo de la tierra». «Abrahán respondió: Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza» (Gn 18,27).
La ceniza, hecha de la cremación de los ramos de olivo u otros árboles bendecidos el año precedente el Domingo de Ramos, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII, se bendice con una fórmula que se refiere a la situación pecadora de los que van a recibirla, a la conversión y al inicio de la Cuaresma; a la vez que se pide la gracia necesaria para que los cristianos, siendo fieles a la práctica cuaresmal, se preparen dignamente a la celebración del misterio pascual de Jesucristo.

al ritmo de la semana


Miércoles de Ceniza

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma, para muchos el siguiente al carnaval, da comienzo la Cuaresma, también ahora después de la reforma litúrgica. En rigor, cuando en el siglo IV se organizaron los cuarenta días de ayuno en preparación de la Pascua, la Cuaresma comenzaba en el primer domingo. Pero hacia el siglo XI, para asegurar que hubiera cuarenta días de ayuno efectivo, ya que el domingo no se ayunaba, se adelantó hasta el miércoles anterior, caracterizado muy pronto con la ceremonia de la imposición de la ceniza en la frente.
Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. El hombre viejo debe destruirse en nosotros para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
El sacerdote impone la ceniza mientras dice la fórmula clásica «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás», recordando la caducidad humana, simbolizada en el polvo y la ceniza, o la segunda de nueva creación «Convertíos y creed el Evangelio», como actitud de conversión interior a Cristo y a su Evangelio, actitud específica de la Cuaresma.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

Eclesiástico 1,1-10. Antes que todo fue creada 1a sabiduría.

Marcos 9,14~29. Tengo fe, pero dudo, ayúdame

Martes 3:

Eclesiástico 2,l-13. Prepárate para las pruebas.

Mateo 9,30-37. El Hijo del Hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos.

Miércoles 3:
Miércoles de Ceniza. Inicio de la Cuaresma, que prepara la celebración del misterio pascual.

Joel 2,12-18. Se convoca al pueblo para proclamar el ayuno. 2

Corintios 5,20-6,2. Dejaos reconciliar con Dios: ahora es el tiempo de la gracia.

Mateo 6,1-6.16-18. Tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará.

Jueves 3:
La Cátedra del Apóstol San Pedro. «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».

1 Pedro 5,1-4. Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo.

Mateo 16,13-19. Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.

Viernes 3:

Isaías 58,1-9a. ¿Es ése el ayuno que deseo?

Mateo 9,14-15. Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.

Sábado 3:

Isaías 58,9b-14. Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.

Lucas 5,27-32. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.