23/02/2007, Viernes después de Ceniza – Tiempo de Cuaresma
Isaías 58, 1-9a, Sal 50, 3-4. 5-6a. 18-19, san Mateo 9, 14-15

Hoy, en muchas parroquias (al menos en la mía), se comenzará a celebrar la tradición cristiana del Vía Crucis. Esas catorce estaciones por las que vamos siguiendo la Pasión y Muerte del Señor, acompañando a Jesús, a María, a San Juan, a las mujeres, …, toda una catequesis que se hace oración. A pesar de las buenas películas que hay sobre la vida y la Pasión de Cristo, ninguna me parece más apreciable que un Vía Crucis celebrado con piedad y devoción. Los mejores efectos especiales son los que el Espíritu Santo pone en nuestra alma y nos hace descubrir la gran deuda que tenemos pendiente, y el agradecimiento que deberíamos tener.

“Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunaran.” Se lo llevaron, ¡y de qué manera!. En cierta manera nosotros nos llevamos al novio, le expulsamos de su propio convite, que es la vida del hombre, la tuya y la mía, cada vez que nos alejamos de Él, que organizamos nuestra vida al margen del amor de Dios, cada vez que somos pecadores. No nos damos cuenta de la gravedad del pecado, preferimos no pensarlo. El otro día un joven, con sus estudios y todo, hablando de la abstinencia, decía medio en broma: “Pues si ya he comido carne y me voy a condenar, ¡pequemos!” Lo decía sin saber lo que decía, jugando con unas palabras de las que no podía (o quería), entender el significado. El pecado no sólo hace referencia a mi destino, a mi futuro, que ya sería bastante para ponerme a temblar. El pecado aleja a todo el mundo de Dios, hace el mundo peor, más inhumano, más inhabitable. Creo que en la entrega de los Oscar van a ir unas cuantas “estrellas” del celuloide (que antiguo suena eso), en coches eléctricos, para concienciar a sus “fans” del grave problema de la contaminación. Estoy de acuerdo en que es un problema, y del sostenimiento global y todas esas cosas, pero también podrían concienciar de el mal que hace un solo pecado cometido conscientemente. Hace tanto mal que el Sr. Burns, el de los Simpsons, parecería miembro de Greenpeace, comparado con aquel que conscientemente aleja a la humanidad de Dios con un pecado mortal. Puede parecer exagerado, pero creo que en el momento en que nos encontremos con Dios cara a cara y veamos nuestra vida, descubriremos que nuestros pecados no sólo fueron criticar a la vecina, sino que con esa vida impedimos que muchos llegasen a conocer a Dios, a gozar de su existencia y a ser felices. Entonces se nos caerá la cara de vergüenza y nos daremos cuenta, entonces sí, de la enormidad de decir no a Dios, de gritar con Lucifer: “No serviré” y apartarnos del Amor.

Muy tremendista me está saliendo hoy el comentario, pero dejásemos pasear estas realidades por nuestro corazón cuando hagamos el Vía Crucis, y no nos limitemos a ser meros espectadores de un acontecimiento, sino protagonistas de ese camino hacia la cruz.

“El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: «Aquí estoy.»»” Este es el reverso de la moneda. Cuando dejamos que la Gracia de Dios actúe en nosotros, entonces el Señor dice “Aquí estoy” y acercamos al mundo a Dios, hacemos un mundo mejor. Vuelve a leer el comentario de hoy y dale la vuelta, donde dice pecado, pon Gracia y donde dice mal por Bien, y a disfrutar del Vía Crucis, que nos muestra el “eros” y el “agapé” de Dios (eso para que os leáis el mensaje del Papa para la Cuaresma).

Acompañar a Cristo por las calles de Jerusalén es acompañar a María, con ella el camino se hace menos duro.