Comentario Pastoral
LAS TENTACIONES DE HOY DÍA

La Cuaresma es un tiempo fuerte de penitencia y de oración para prepararse a la Pascua. Estos cuarenta días deben ser una renovación espiritual, un período de conversión y de profundización en las exigencias de la fe cristiana. El sentido de la Cuaresma se nos explica en este primer domingo a través del tema de las tentaciones, las de Adán, las del pueblo elegido, las de Cristo y las «nuestras. Tentaciones de ayer, de hoy y de siempre. Creer que existen tentaciones no es aceptar una teología trasnochada. Por eso es oportuno saherlas situar y actualizar. Las tres tentaciones clásicas, con nombre de hoy, pueden ser: la tentación de la eficacia, la tentación del poder y la tentación de la caída. Primera tentación. Es verdad que el desarrollo nos hace tomar conciencia de que muchas cosas pueden ser solucionadas siendo dinámicas y eficaces. Nunca hay que perder el sentido y el valor de la Palabra de Dios, que trasciende la problemática sociológica de las cosas de aquí abajo, que apenas remediamos. Si hemos encarnado la Palabra de Dios seremos capaces de encarnarnos en los problemas humanos y descubriremos que junto al hambre sociológico existe un hambre espiritual que no se remedia con harturas terrenas. La segunda tentación es la del poder y la del dominio en cualquier nivel y circunstancia. Todos deseamos ser soberanos aunque sea en un pequeño reino taifa. A diferencia de Cristo, que no aceptó el dominio fácil de conseguir todo el mundo por una genuflexión, nosotros estaríamos dispuestos a hacer una y mil genuflexiones. Tercera tentación, la de la caída. La tentación de bajar de lo alto, de dejarse caer. La soberbia de nuestra vida, de nuestros hechos y conocimientos quiere provocar las miradas de todos para que vean la humildad de nuestro descendimiento y encarnación.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Cristo al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento,
inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal,
y al rechazar las tentaciones del enemigo
nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo,
celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua,
podremos pasar un día a la Pascua que no acaba.


Prefacio I Domingo de Cuaresma


Palabra de Dios:

Deuteronomio 26, 4-10

Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15

Romanos 10, 8-13

San Lucas 4, 1-13

Comprender la Palabra

Las lecturas bíblicas de los domingos de Cuaresma están escogidas en función unas de otras. La 2ª lectura suele ser la que prima y condiciona la interpretación de las otras dos: la lª del Antiguo Testamento y la del Evangelio.
En el ciclo C, en que estamos, aparece de modo relevante -principalmente en los domingos 3º, 4° y 5º_ el aspecto Penitencial, uno de los tres aspectos, que, como un trenzado, recorren los domingos de Cuaresma. Los otros dos aspectos son el pascual y el catecumenal, que se ponen de relieve respectivamente en los ciclos B y A.
Las tres Lecturas giran en torno al Credo, entendido como expresión de fe-conversión (penitencia).
En efecto, el Apóstol, ya en el comienzo de la Cuaresma, nos recuerda nuestro Credo; el Credo Cristiano, lo nuclear, esencial, de nuestro Credo: Jesús Cristo es el Señor (Dios, Hijo de Dios). Dicho de otro modo: Jesús, a quien Dios ha resucitado de entre los muertos, ha sido constituido (proclamado) Señor (Dios).
En la 1ª Lectura escuchamos una fórmula de Credo Judaico, en la que el creyente judío expresa su fe-adhesión-conversión a Dios, que lo libró de la esclavitud de Egipto y le hizo entrar en la Tierra Prometida.
Y en este sentido -confesión de fe-adhesión-conversión a Dios- hemos de entender la triple respuesta de Jesús al Tentador: «No sólo de pan vive el hombre… al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto… no tentarás al Señor tu Dios». Podemos decir que esta triple respuesta es el Credo de Jesucristo, que da sentido a toda su Vida Salvífica, al Ministerio mesiánico, que inmediatamente va a comenzar.
En este Domingo primero de Cuaresma interiorizamos así nuestro Credo, que solemnemente confesaremos en la Renovación de las Promesas Bautismales de la Solemne Vigilia Pascual y que anticipadamente confesamos, preparándonos, cada Domingo de Cuaresma.

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

El lector


El ministerio de lector es uno de los ministerios litúrgicos más importantes, pues la proclamación de las lecturas ayuda a la comunidad a captar en las mejores condiciones posibles lo que Dios le dice.
De hecho, en la mayoría de los casos viene a ser un servicio o ministerio «reconocido», que lo desempeñan tanto hombres como mujeres, y poco a poco se va acreditando por la experiencia, la preparación y el reconocimiento por parte de la comunidad de quienes mejor realizan esta función. El ideal es que en toda comunidad haya un grupo heterogéneo de personas (hombres, mujeres, religiosos y religiosas, jóvenes y mayores), que estén bien preparados y tengan las cualidades necesarias para cumplir con dignidad su función.
Excepto el evangelio al lector le compete proclamar las demás lecturas. Ayuda a que la asamblea reunida escuche, comprenda, acoja y viva la Palabra de Dios en las mejores condiciones. Su función no es simplemente leer, ni siquiera leer bien. Es recrear, dar vida al texto, prestar su voz al autor, transmitir el sentido, introducir en el misterio revelado. Su lectura debe ser una proclamación ante la asamblea de una palabra que no viene de él mismo sino de Dios, de un mensaje que no es suyo sino de Cristo, y de una vida que tampoco es suya sino del Espíritu que la anima.
Para que esta función pueda realizarse bien, es evidente que se requiere una adecuada preparación. una preparación bíblica, teológica, litúrgica, técnica.

celebrar mejor


La Cuaresma

La Cuaresma es un tiempo en el que la Iglesia se prepara a la celebración del Triduo Pascual. Actualmente comienza el Miércoles de Ceniza y consta de cinco domingos, el Domingo de Ramos y los cuatro primeros días de la Semana Santa, y concluye el Jueves Santo antes de la Misa de la Cena del Señor. Durante el tiempo cuaresmal los catecúmenos se preparan inmediatamente a celebrar los sacramentos de la iniciación cristiana y los fieles cristianos se disponen a vivir la Vigilia pascual con espíritu bautismal y penitencial.
El Vaticano II propone que se restauren las características propias de la Cuaresma perdidas con el tiempo, se recupere el triple sentido pascual, bautismal y penitencial, y recomienda al pueblo cristiano que escucha asiduamente la Palabra de Dios, ore y practique el ayuno externo e interno, individual y social para llegar con gozo al Domingo de Resurrección (cf SC 109).
Los ya bautizados se disponen a renovar sus promesas bautismales en la noche pascual. Cada día de la Cuaresma se debe vivir la triple renuncia y la triple confesión de fe para que, en la Vigilia, el renovar las promesas no sea una pura fórmula rutinaria, sino que esté respaldada por una experiencia cotidiana de renuncia y de creencia.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

Levítico 19,1-2.11-18. Juzgarás con justicia a tu prójimo.

Mateo 25,31-46. Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

Martes 3:

Isaías 55,10-11. Mi Palabra no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad.

Mateo 6,7-15. Vosotros rezad así.

Miércoles 3:

Jonás 3,1-10. Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta.

Lucas 11,29-32. A esta generación no se le dará más signo que el de Jonás.

Jueves 3:

Ester 14,1.3-5. 12.14. No tengo otro defensor que tú.

Mateo 7,7-12. Quien pide, recibe.

Viernes 3:

Ezequiel 18,21.28. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado y no que se convierta de su camino y viva?

Mateo 5,20-26. Vete primero a reconciliarte con tu hermano.

Sábado 3:

Deuteronomio 26,16-19. ¡Serás un pueblo consagrado al Señor tu Dios!

Mateo 5,43-48. Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto